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Tenía el rey de Siria guerra contra Israel, y consultando con sus siervos, dijo: En tal y tal lugar estará mi campamento.

Y el varón de Dios envió á decir al rey de Israel: Mira que no pases por tal lugar, porque los Siros van allí.

10 Entonces el rey de Israel envió á aquel lugar que el varón de Dios había dicho y amonestádole; y guardóse de allí, no una vez ni dos.

11 Y el corazón del rey de Siria fué turbado de esto; y llamando á sus siervos, díjoles: ¿No me declararéis vosotros quién de los nuestros es del rey de Israel?

12 Entonces uno de los siervos dijo: No, rey, señor mío; sino que el profeta Eliseo está en Israel, el cual declara al rey de Israel las palabras que tú hablas en tu más secreta cámara.

13 Y él dijo: Id, y mirad dónde está, para que yo envíe á tomarlo. Y fuéle dicho: He aquí él está en Dothán.

14 Entonces envió el rey allá gente de á caballo, y carros, y un grande ejército, los cuales vinieron de noche, y cercaron la ciudad.

15 Y levantándose de mañana el que servía al varón de Dios, para salir, he aquí el ejército que tenía cercada la ciudad, con gente de á caballo y carros. Entonces su criado le dijo: ­Ah, señor mío! ¿qué haremos?

16 Y él le dijo: No hayas miedo: porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos.

17 Y oró Eliseo, y dijo: Ruégote, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del mozo, y miró: y he aquí que el monte estaba lleno de gente de á caballo, y de carros de fuego alrededor de Eliseo.

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