Añadir traducción en paralelo Imprimir Opciones de la página

HIJO mío, no te olvides de mi ley; Y tu corazón guarde mis mandamientos:

Porque largura de días, y años de vida Y paz te aumentarán.

Misericordia y verdad no te desamparen; Atalas á tu cuello, Escríbelas en la tabla de tu corazón:

Y hallarás gracia y buena opinión En los ojos de Dios y de los hombres.

Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no estribes en tu prudencia.

Reconócelo en todos tus caminos, Y él enderezará tus veredas.

No seas sabio en tu opinión: Teme á Jehová, y apártate del mal;

Porque será medicina á tu ombligo, Y tuétano á tus huesos.

Honra á Jehová de tu sustancia, Y de las primicias de todos tus frutos;

10 Y serán llenas tus trojes con abundancia, Y tus lagares rebosarán de mosto.

11 No deseches, hijo mío, el castigo de Jehová; Ni te fatigues de su corrección:

12 Porque al que ama castiga, Como el padre al hijo á quien quiere.

13 Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, Y que obtiene la inteligencia:

14 Porque su mercadería es mejor que la mercadería de la plata, Y sus frutos más que el oro fino.

15 Más preciosa es que las piedras preciosas; Y todo lo que puedes desear, no se puede comparar á ella.

16 Largura de días está en su mano derecha; En su izquierda riquezas y honra.

17 Sus caminos son caminos deleitosos, Y todas sus veredas paz.

18 Ella es árbol de vida á los que de ella asen: Y bienaventurados son los que la mantienen.

19 Jehová con sabiduría fundó la tierra; Afirmó los cielos con inteligencia.

20 Con su ciencia se partieron los abismos, Y destilan el rocío los cielos.

21 Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; Guarda la ley y el consejo;

22 Y serán vida á tu alma, Y gracia á tu cuello.

23 Entonces andarás por tu camino confiadamente, Y tu pie no tropezará.

24 Cuando te acostares, no tendrás temor; Antes te acostarás, y tu sueño será suave.

25 No tendrás temor de pavor repentino, Ni de la ruina de los impíos cuando viniere:

26 Porque Jehová será tu confianza, Y él preservará tu pie de ser preso.

27 No detengas el bien de sus dueños, Cuando tuvieres poder para hacerlo.

28 No digas á tu prójimo: Ve, y vuelve, Y mañana te daré; Cuando tienes contigo qué darle.

29 No intentes mal contra tu prójimo, Estando él confiado de ti.

30 No pleitees con alguno sin razón, Si él no te ha hecho agravio.

31 No envidies al hombre injusto, Ni escojas alguno de sus caminos.

32 Porque el perverso es abominado de Jehová: Mas su secreto es con los rectos.

33 La maldición de Jehová está en la casa del impío; Mas él bendecirá la morada de los justos.

34 Ciertamente él escarnecerá á los escarnecedores, Y á los humildes dará gracia.

35 Los sabios heredarán honra: Mas los necios sostendrán ignominia.

OID, hijos, la doctrina de un padre, Y estad atentos para que conozcáis cordura.

Porque os doy buena enseñanza; No desamparéis mi ley.

Porque yo fuí hijo de mi padre, Delicado y único delante de mi madre.

Y él me enseñaba, y me decía: Mantenga tu corazón mis razones, Guarda mis mandamientos, y vivirás:

Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; No te olvides ni te apartes de las razones de mi boca;

No la dejes, y ella te guardará; Amala, y te conservará.

Sabiduría ante todo: adquiere sabiduría: Y ante toda tu posesión adquiere inteligencia.

Engrandécela, y ella te engrandecerá: Ella te honrará, cuando tú la hubieres abrazado.

Adorno de gracia dará á tu cabeza: Corona de hermosura te entregará.

10 Oye, hijo mío, y recibe mis razones; Y se te multiplicarán años de vida.

11 Por el camino de la sabiduría te he encaminado, Y por veredas derechas te he hecho andar.

12 Cuando anduvieres no se estrecharán tus pasos; Y si corrieres, no tropezarás.

13 Ten el consejo, no lo dejes; Guárdalo, porque eso es tu vida.

14 No entres por la vereda de los impíos, Ni vayas por el camino de los malos.

15 Desampárala, no pases por ella; Apártate de ella, pasa.

16 Porque no duermen ellos, si no hicieren mal; Y pierden su sueño, si no han hecho caer.

17 Porque comen pan de maldad, y beben vino de robos.

18 Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, Que va en aumento hasta que el día es perfecto.

19 El camino de los impíos es como la oscuridad: No saben en qué tropiezan.

20 Hijo mío, está atento á mis palabras; Inclina tu oído á mis razones.

21 No se aparten de tus ojos; Guárdalas en medio de tu corazón.

22 Porque son vida á los que las hallan, Y medicina á toda su carne.

23 Sobre toda cosa guardada guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.

24 Aparta de ti la perversidad de la boca, Y aleja de ti la iniquidad de labios.

25 Tus ojos miren lo recto, Y tus párpados en derechura delante de ti.

26 Examina la senda de tus pies, Y todos tus caminos sean ordenados.

27 No te apartes á diestra, ni á siniestra: Aparta tu pie del mal.

HIJO mío, está atento á mi sabiduría, Y á mi inteligencia inclina tu oído;

Para que guardes consejo, Y tus labios conserven la ciencia.

Porque los labios de la extraña destilan miel, Y su paladar es más blando que el aceite;

Mas su fin es amargo como el ajenjo, Agudo como cuchillo de dos filos.

Sus pies descienden á la muerte; Sus pasos sustentan el sepulcro:

Sus caminos son instables; no los conocerás, Si no considerares el camino de vida.

Ahora pues, hijos, oidme, Y no os apartéis de las razones de mi boca.

Aleja de ella tu camino, Y no te acerques á la puerta de su casa;

Porque no des á los extraños tu honor, Y tus años á cruel;

10 Porque no se harten los extraños de tu fuerza, Y tus trabajos estén en casa del extraño;

11 Y gimas en tus postrimerías, Cuando se consumiere tu carne y tu cuerpo,

12 Y digas: ­Cómo aborrecí el consejo, Y mi corazón menospreció la reprensión;

13 Y no oí la voz de los que me adoctrinaban, Y á los que me enseñaban no incliné mi oído!

14 Casi en todo mal he estado, En medio de la sociedad y de la congregación.

15 Bebe el agua de tu cisterna, Y los raudales de tu pozo.

16 Derrámense por de fuera tus fuentes, En las plazas los ríos de aguas.

17 Sean para ti solo, Y no para los extraños contigo.

18 Sea bendito tu manantial; Y alégrate con la mujer de tu mocedad.

19 Como cierva amada y graciosa corza, Sus pechos te satisfagan en todo tiempo; Y en su amor recréate siempre.

20 ¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la ajena, Y abrazarás el seno de la extraña?

21 Pues que los caminos del hombre están ante los ojos de Jehová, Y él considera todas sus veredas.

22 Prenderán al impío sus propias iniquidades, Y detenido será con las cuerdas de su pecado.

23 El morirá por falta de corrección; Y errará por la grandeza de su locura.

PABLO, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y Timoteo el hermano, á la iglesia de Dios que está en Corinto, juntamente con todos los santos que están por toda la Acaya:

Gracia y paz á vosotros de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

Bendito sea el Dios y Padre del Señor Jesucristo, el Padre de misericordias, y el Dios de toda consolación,

El cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar á los que están en cualquiera angustia, con la consolación con que nosotros somos consolados de Dios.

Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación.

Mas si somos atribulados, es por vuestra consolación y salud; la cual es obrada en el sufrir las mismas aflicciones que nosotros también padecemos: ó si somos consolados, es por vuestra consolación y salud;

Y nuestra esperanza de vosotros es firme; estando ciertos que como sois compañeros de las aflicciones, así también lo sois de la consolación.

Porque hermanos, no queremos que ignoréis de nuestra tribulación que nos fué hecha en Asia; que sobremanera fuimos cargados sobre nuestras fuerzas de tal manera que estuviésemos en duda de la vida.

Mas nosotros tuvimos en nosotros mismos respuesta de muerte, para que no confiemos en nosotros mismos, sino en Dios que levanta los muertos:

10 El cual nos libró y libra de tanta muerte; en el cual esperamos que aun nos librará;

11 Ayudándonos también vosotros con oración por nosotros, para que por la merced hecha á nos por respeto de muchos, por muchos sean hechas gracias por nosotros.

12 Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con simplicidad y sinceridad de Dios, no con sabiduría carnal, mas con la gracia de Dios, hemos conversado en el mundo, y muy más con vosotros.

13 Porque no os escribimos otras cosas de las que leéis, ó también conocéis: y espero que aun hasta el fin las conoceréis:

14 Como también en parte habéis conocido que somos vuestra gloria, así como también vosotros la nuestra, para el día del Señor Jesús.

15 Y con esta confianza quise primero ir á vosotros, para que tuvieseis una segunda gracia;

16 Y por vosotros pasar á Macedonia, y de Macedonia venir otra vez á vosotros, y ser vuelto de vosotros á Judea.

17 Así que, pretendiendo esto, ¿usé quizá de liviandad? ó lo que pienso hacer, ¿piénsolo según la carne, para que haya en mí Sí y No?

18 Antes, Dios fiel sabe que nuestra palabra para con vosotros no es Sí y No.

19 Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, que por nosotros ha sido entre vosotros predicado, por mí y Silvano y Timoteo, no ha sido Sí y No; mas ha sido Sí en él.

20 Porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por nosotros á gloria de Dios.

21 Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios;

22 El cual también nos ha sellado, y dado la prenda del Espíritu en nuestros corazones.

23 Mas yo llamo á Dios por testigo sobre mi alma, que por ser indulgente con vosotros no he pasado todavía á Corinto.

24 No que nos enseñoreemos de vuestra fe, mas somos ayudadores de vuestro gozo: porque por la fe estáis firmes.