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10 Y DESPUÉS de estas cosas, designó el Señor aun otros setenta, los cuales envió de dos en dos delante de sí, á toda ciudad y lugar á donde él había de venir.

Y les decía: La mies á la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros á su mies.

Andad, he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos.

No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; y á nadie saludéis en el camino.

En cualquiera casa donde entrareis, primeramente decid: Paz sea á esta casa.

Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá á vosotros.

Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os dieren; porque el obrero digno es de su salario. No os paséis de casa en casa.

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