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Advertencia contra el adulterio

Hijo mío, pon atención a mi sabiduría; escucha atentamente mi sabio consejo. Así aprenderás a ser discreto y te llenarás de conocimiento. Los labios de la mujer infiel son como miel, y sus palabras más suaves que el aceite. Pero al final resulta ser más amarga que la hiel y más cortante que una espada de dos filos. Quien cae en sus redes, va derecho a la tumba; su estilo de vida es un pase directo a la muerte. A ella nada le importa lo que piense la gente de su conducta. Vive la vida sin control alguno, y ni siquiera se da cuenta de eso.

Pues bien, hijo mío, escucha atentamente y no te apartes de mis enseñanzas. Huye de la mujer infiel; no te acerques ni siquiera a la puerta de su casa, para que no entregues tus mejores años ni tu fortaleza a quienes sólo quieren hacerte mal; 10 para que los malvados no se queden con tu salario ni con los bienes que posees. 11 Si lo haces así, acabarás quejándote de angustia porque todo tu cuerpo se irá consumiendo. 12 Y dirás: «¡Cómo pude despreciar la corrección! ¡Cómo pudo mi corazón rechazar los consejos! 13 No obedecí las enseñanzas de mis maestros, ni presté atención a mis instructores. 14 Estoy al borde de una ruina total y en vergüenza ante toda mi comunidad».

15 Disfruta del amor, pero sólo con tu esposa. 16 Tu amor y fidelidad le corresponden sólo a ella; ¡jamás se los entregues a otra! 17 Recuerda que el goce del matrimonio solo le pertenece a los dos, y nadie debe inmiscuirse en él. 18 ¡Bendita sea tu esposa, la mujer de tu juventud! 19 Ella es una gacela amorosa y agradable. ¡Que sus pechos te dejen siempre satisfecho! ¡Que su amor siempre te cautive! 20 Hijo mío, ¡no te enredes con la mujer infiel! ¡Aléjate de sus caricias! 21 Recuerda que el Señor mira todo lo que hacemos, no pierde de vista ninguno de nuestros actos. 22 Al malvado lo tienen atrapado sus propios pecados, son cuerdas que lo atan y retienen. 23 Morirá por no querer disciplinarse; se perderá por su gran necedad.