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Samuel unge a David

16 Dijo Jehová a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey. Y dijo Samuel: ¿Cómo iré? Si Saúl lo supiera, me mataría. Jehová respondió: Toma contigo una becerra de la vacada, y di: A ofrecer sacrificio a Jehová he venido. Y llama a Isaí al sacrificio, y yo te enseñaré lo que has de hacer; y me ungirás al que yo te dijere. Hizo, pues, Samuel como le dijo Jehová; y luego que él llegó a Belén, los ancianos de la ciudad salieron a recibirle con miedo, y dijeron: ¿Es pacífica tu venida? Él respondió: Sí, vengo a ofrecer sacrificio a Jehová; santificaos, y venid conmigo al sacrificio. Y santificando él a Isaí y a sus hijos, los llamó al sacrificio.

Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido. Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón. Entonces llamó Isaí a Abinadab, y lo hizo pasar delante de Samuel, el cual dijo: Tampoco a este ha escogido Jehová. Hizo luego pasar Isaí a Sama. Y él dijo: Tampoco a este ha elegido Jehová. 10 E hizo pasar Isaí siete hijos suyos delante de Samuel; pero Samuel dijo a Isaí: Jehová no ha elegido a estos. 11 Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son estos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí. 12 Envió, pues, por él, y le hizo entrar; y era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer. Entonces Jehová dijo: Levántate y úngelo, porque este es. 13 Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá.

David toca para Saúl

14 El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová. 15 Y los criados de Saúl le dijeron: He aquí ahora, un espíritu malo de parte de Dios te atormenta. 16 Diga, pues, nuestro señor a tus siervos que están delante de ti, que busquen a alguno que sepa tocar el arpa, para que cuando esté sobre ti el espíritu malo de parte de Dios, él toque con su mano, y tengas alivio. 17 Y Saúl respondió a sus criados: Buscadme, pues, ahora alguno que toque bien, y traédmelo. 18 Entonces uno de los criados respondió diciendo: He aquí yo he visto a un hijo de Isaí de Belén, que sabe tocar, y es valiente y vigoroso y hombre de guerra, prudente en sus palabras, y hermoso, y Jehová está con él. 19 Y Saúl envió mensajeros a Isaí, diciendo: Envíame a David tu hijo, el que está con las ovejas. 20 Y tomó Isaí un asno cargado de pan, una vasija de vino y un cabrito, y lo envió a Saúl por medio de David su hijo. 21 Y viniendo David a Saúl, estuvo delante de él; y él le amó mucho, y le hizo su paje de armas. 22 Y Saúl envió a decir a Isaí: Yo te ruego que esté David conmigo, pues ha hallado gracia en mis ojos. 23 Y cuando el espíritu malo de parte de Dios venía sobre Saúl, David tomaba el arpa y tocaba con su mano; y Saúl tenía alivio y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él.

David mata a Goliat

17 Los filisteos juntaron sus ejércitos para la guerra, y se congregaron en Soco, que es de Judá, y acamparon entre Soco y Azeca, en Efes-damim. También Saúl y los hombres de Israel se juntaron, y acamparon en el valle de Ela, y se pusieron en orden de batalla contra los filisteos. Y los filisteos estaban sobre un monte a un lado, e Israel estaba sobre otro monte al otro lado, y el valle entre ellos. Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de altura seis codos y un palmo. Y traía un casco de bronce en su cabeza, y llevaba una cota de malla; y era el peso de la cota cinco mil siclos de bronce. Sobre sus piernas traía grebas de bronce, y jabalina de bronce entre sus hombros. El asta de su lanza era como un rodillo de telar, y tenía el hierro de su lanza seiscientos siclos de hierro; e iba su escudero delante de él. Y se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí. Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos; y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis. 10 Y añadió el filisteo: Hoy yo he desafiado al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo. 11 Oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo.

12 Y David era hijo de aquel hombre efrateo de Belén de Judá, cuyo nombre era Isaí, el cual tenía ocho hijos; y en el tiempo de Saúl este hombre era viejo y de gran edad entre los hombres. 13 Y los tres hijos mayores de Isaí habían ido para seguir a Saúl a la guerra. Y los nombres de sus tres hijos que habían ido a la guerra eran: Eliab el primogénito, el segundo Abinadab, y el tercero Sama; 14 y David era el menor. Siguieron, pues, los tres mayores a Saúl. 15 Pero David había ido y vuelto, dejando a Saúl, para apacentar las ovejas de su padre en Belén. 16 Venía, pues, aquel filisteo por la mañana y por la tarde, y así lo hizo durante cuarenta días.

17 Y dijo Isaí a David su hijo: Toma ahora para tus hermanos un efa de este grano tostado, y estos diez panes, y llévalo pronto al campamento a tus hermanos. 18 Y estos diez quesos de leche los llevarás al jefe de los mil; y mira si tus hermanos están buenos, y toma prendas de ellos.

19 Y Saúl y ellos y todos los de Israel estaban en el valle de Ela, peleando contra los filisteos. 20 Se levantó, pues, David de mañana, y dejando las ovejas al cuidado de un guarda, se fue con su carga como Isaí le había mandado; y llegó al campamento cuando el ejército salía en orden de batalla, y daba el grito de combate. 21 Y se pusieron en orden de batalla Israel y los filisteos, ejército frente a ejército. 22 Entonces David dejó su carga en mano del que guardaba el bagaje, y corrió al ejército; y cuando llegó, preguntó por sus hermanos, si estaban bien. 23 Mientras él hablaba con ellos, he aquí que aquel paladín que se ponía en medio de los dos campamentos, que se llamaba Goliat, el filisteo de Gat, salió de entre las filas de los filisteos y habló las mismas palabras, y las oyó David.

24 Y todos los varones de Israel que veían aquel hombre huían de su presencia, y tenían gran temor. 25 Y cada uno de los de Israel decía: ¿No habéis visto aquel hombre que ha salido? Él se adelanta para provocar a Israel. Al que le venciere, el rey le enriquecerá con grandes riquezas, y le dará su hija, y eximirá de tributos a la casa de su padre en Israel. 26 Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente? 27 Y el pueblo le respondió las mismas palabras, diciendo: Así se hará al hombre que le venciere.

28 Y oyéndole hablar Eliab su hermano mayor con aquellos hombres, se encendió en ira contra David y dijo: ¿Para qué has descendido acá? ¿y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido. 29 David respondió: ¿Qué he hecho yo ahora? ¿No es esto mero hablar? 30 Y apartándose de él hacia otros, preguntó de igual manera; y le dio el pueblo la misma respuesta de antes.

31 Fueron oídas las palabras que David había dicho, y las refirieron delante de Saúl; y él lo hizo venir. 32 Y dijo David a Saúl: No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo. 33 Dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel filisteo, para pelear con él; porque tú eres muchacho, y él un hombre de guerra desde su juventud. 34 David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, 35 salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. 36 Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente. 37 Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo. 38 Y Saúl vistió a David con sus ropas, y puso sobre su cabeza un casco de bronce, y le armó de coraza. 39 Y ciñó David su espada sobre sus vestidos, y probó a andar, porque nunca había hecho la prueba. Y dijo David a Saúl: Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué. Y David echó de sí aquellas cosas. 40 Y tomó su cayado en su mano, y escogió cinco piedras lisas del arroyo, y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía, y tomó su honda en su mano, y se fue hacia el filisteo.

41 Y el filisteo venía andando y acercándose a David, y su escudero delante de él. 42 Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; porque era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer. 43 Y dijo el filisteo a David: ¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses. 44 Dijo luego el filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y a las bestias del campo. 45 Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. 46 Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. 47 Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos.

48 Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo. 49 Y metiendo David su mano en la bolsa, tomó de allí una piedra, y la tiró con la honda, e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayó sobre su rostro en tierra.

50 Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo y lo mató, sin tener David espada en su mano. 51 Entonces corrió David y se puso sobre el filisteo; y tomando la espada de él y sacándola de su vaina, lo acabó de matar, y le cortó con ella la cabeza. Y cuando los filisteos vieron a su paladín muerto, huyeron. 52 Levantándose luego los de Israel y los de Judá, gritaron, y siguieron a los filisteos hasta llegar al valle, y hasta las puertas de Ecrón. Y cayeron los heridos de los filisteos por el camino de Saaraim hasta Gat y Ecrón. 53 Y volvieron los hijos de Israel de seguir tras los filisteos, y saquearon su campamento. 54 Y David tomó la cabeza del filisteo y la trajo a Jerusalén, pero las armas de él las puso en su tienda.

55 Y cuando Saúl vio a David que salía a encontrarse con el filisteo, dijo a Abner general del ejército: Abner, ¿de quién es hijo ese joven? Y Abner respondió: 56 Vive tu alma, oh rey, que no lo sé. Y el rey dijo: Pregunta de quién es hijo ese joven. 57 Y cuando David volvía de matar al filisteo, Abner lo tomó y lo llevó delante de Saúl, teniendo David la cabeza del filisteo en su mano. 58 Y le dijo Saúl: Muchacho, ¿de quién eres hijo? Y David respondió: Yo soy hijo de tu siervo Isaí de Belén.

Samuel unge a David

16 El Señor dijo a Samuel:

—¿Cuánto tiempo vas a quedarte llorando por Saúl, si ya lo he rechazado como rey de Israel? Mejor llena de aceite tu cuerno y ponte en camino. Voy a enviarte a Belén, a la casa de Isaí, pues he escogido como rey a uno de sus hijos.

—¿Y cómo voy a ir? —respondió Samuel—. Si Saúl llega a enterarse, me matará.

—Lleva una ternera —dijo el Señor—, y diles que vas a ofrecerle al Señor un sacrificio. Invita a Isaí al sacrificio y entonces te explicaré lo que debes hacer, pues ungirás para mi servicio a quien yo te diga.

Samuel hizo lo que el Señor mandó. Pero cuando llegó a Belén, los jefes del pueblo lo recibieron con mucho temor.

—¿Vienes en son de paz? —preguntaron.

—Claro que sí. He venido a ofrecerle al Señor un sacrificio. Conságrense y vengan conmigo para tomar parte en él.

Entonces Samuel consagró a Isaí y a sus hijos, y los invitó al sacrificio.

Cuando llegaron, Samuel se fijó en Eliab y pensó: «Sin duda que este es el ungido del Señor». Pero el Señor dijo a Samuel:

—No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón.

Entonces Isaí llamó a Abinadab para presentárselo a Samuel, pero Samuel dijo:

—A este no lo ha escogido el Señor.

Luego le presentó a Sama y Samuel repitió:

—Tampoco a este lo ha escogido el Señor.

10 Isaí le presentó a siete de sus hijos, pero Samuel dijo:

—El Señor no ha escogido a ninguno de ellos. 11 ¿Son estos todos tus hijos?

—Queda el más pequeño —respondió Isaí—, pero está cuidando el rebaño.

—Manda a buscarlo —insistió Samuel—, que no podemos continuar hasta que él llegue.

12 Isaí mandó a buscarlo y se lo trajeron. Era buen mozo, pelirrojo y de buena presencia. El Señor dijo a Samuel:

—Este es; levántate y úngelo.

13 Samuel tomó el cuerno de aceite y ungió al joven en presencia de sus hermanos. Entonces el Espíritu del Señor vino con poder sobre David, y desde ese día estuvo con él. Luego Samuel regresó a Ramá.

David al servicio de Saúl

14 El Espíritu del Señor se apartó de Saúl y en su lugar el Señor envió un espíritu maligno para que lo atormentara. 15 Sus servidores dijeron:

—Como usted se dará cuenta, un espíritu maligno de parte de Dios lo está atormentando. 16 Así que ordene usted a estos siervos suyos que busquen a alguien que sepa tocar el arpa. Así, cuando lo ataque el espíritu maligno de parte de Dios, el músico tocará y usted se sentirá mejor.

17 —Bien —respondió Saúl—, consíganme un buen músico y tráiganlo.

18 Uno de los cortesanos sugirió:

—Conozco a un muchacho que sabe tocar el arpa. Es valiente, hábil guerrero, sabe expresarse y es de buena presencia. Además, el Señor está con él. Su padre es Isaí, el de Belén.

19 Entonces Saúl envió unos mensajeros a Isaí para decirle: «Mándame a tu hijo David, el que cuida del rebaño». 20 Isaí tomó un asno, alimento, un odre de vino y un cabrito, y se los envió a Saúl por medio de su hijo David.

21 Cuando David llegó, se puso al servicio de Saúl, quien lo llegó a apreciar mucho y lo hizo su escudero. 22 Luego Saúl mandó este mensaje a Isaí: «Permite que David se quede a mi servicio, pues me ha causado muy buena impresión».

23 Cada vez que el espíritu de parte de Dios atormentaba a Saúl, David tomaba su arpa y tocaba. La música calmaba a Saúl, lo hacía sentirse mejor y el espíritu maligno se apartaba de él.

David y Goliat

17 Los filisteos reunieron sus ejércitos para la guerra, concentrando sus fuerzas en Soco, pueblo de Judá. Acamparon en Efesdamín, situado entre Soco y Azeca. Por su parte, Saúl y los israelitas se reunieron también y, acampando en el valle de Elá, ordenaron sus filas para la batalla contra los filisteos. Con el valle de por medio, los filisteos y los israelitas tomaron posiciones en montes opuestos.

Un famoso guerrero, oriundo de Gat, salió del campamento filisteo. Su nombre era Goliat, y tenía una estatura de seis codos y un palmo.[a] Llevaba en la cabeza un casco de bronce y su coraza, que pesaba cinco mil siclos,[b] y que también era de bronce, como lo eran las polainas que protegían las piernas y la jabalina que llevaba al hombro. El asta de su lanza se parecía al rodillo de un telar, y tenía una punta de hierro que pesaba seiscientos siclos.[c] Delante de él marchaba un escudero.

Goliat se detuvo ante los soldados israelitas y los desafió: «¿Para qué están ordenando sus filas para la batalla? ¿No soy yo un filisteo? ¿Y no están ustedes al servicio de Saúl? ¿Por qué no escogen a alguien que se me enfrente? Si es capaz de hacerme frente y matarme, nosotros les serviremos a ustedes; pero si yo lo venzo y lo mato, ustedes serán nuestros esclavos y nos servirán». 10 Dijo además el filisteo: «¡Yo desafío hoy al ejército de Israel! ¡Elijan a un hombre que pelee conmigo!». 11 Al oír lo que decía el filisteo, Saúl y todos los israelitas se consternaron y tuvieron mucho miedo.

12 David era hijo de Isaí, un efrateo que vivía en Belén de Judá. En tiempos de Saúl, Isaí era ya de edad muy avanzada y tenía ocho hijos. 13 Sus tres hijos mayores habían marchado a la guerra con Saúl. El primogénito se llamaba Eliab; el segundo, Abinadab; el tercero, Sama. 14 Estos tres habían seguido a Saúl por ser los mayores. David, que era el menor, 15 solía ir adonde estaba Saúl, pero regresaba a Belén para cuidar las ovejas de su padre.

16 El filisteo salía mañana y tarde a desafiar a los israelitas, y así lo estuvo haciendo durante cuarenta días.

17 Un día, Isaí dijo a su hijo David: «Toma este efa[d] de trigo tostado y estos diez panes, y vete pronto al campamento para dárselos a tus hermanos. 18 Lleva también estos diez quesos para el comandante del batallón. Averigua cómo les va a tus hermanos y tráeme una prueba de que ellos están bien. 19 Los encontrarás en el valle de Elá, con Saúl y todos los soldados israelitas, peleando contra los filisteos».

20 David cumplió con las instrucciones de Isaí. Se levantó muy de mañana y, después de encargarle el rebaño a un pastor, tomó las provisiones y se puso en camino. Llegó al campamento en el momento en que los soldados, lanzando gritos de guerra, salían a tomar sus posiciones. 21 Los israelitas y los filisteos se alinearon frente a frente. 22 David, por su parte, dejó su carga al cuidado del encargado de las provisiones, y corrió a las filas para saludar a sus hermanos. 23 Mientras conversaban, Goliat, el gran guerrero filisteo de Gat, salió de entre las filas para repetir su desafío y David lo oyó. 24 Cada vez que los israelitas veían a Goliat huían despavoridos. 25 Algunos decían: «¿Ven a ese hombre que sale a desafiar a Israel? A quien lo venza y lo mate, el rey lo colmará de riquezas. Además, le dará su hija como esposa y su familia quedará exenta de impuestos aquí en Israel».

26 David preguntó a los que estaban con él:

—¿Qué dicen que darán a quien mate a ese filisteo y salve así el honor de Israel? ¿Quién es este filisteo incircunciso, que se atreve a desafiar al ejército del Dios viviente?

27 —Al que lo mate —repitieron— se le dará la recompensa anunciada.

28 Eliab, el hermano mayor de David, lo oyó hablar con los hombres y se puso furioso con él. Entonces reclamó:

—¿Qué has venido a hacer aquí? ¿Con quién has dejado esas pocas ovejas en el desierto? Yo te conozco. Eres un atrevido y mal intencionado. ¡Seguro que has venido para ver la batalla!

29 —¿Y ahora qué hice? —protestó David—. ¡Si apenas he abierto la boca!

30 Apartándose de su hermano, preguntó a otros, quienes dijeron lo mismo. 31 Algunos que oyeron lo que había dicho David se lo contaron a Saúl y este mandó a llamarlo. 32 Entonces David dijo a Saúl:

—¡Nadie tiene por qué desanimarse a causa de este filisteo! Yo mismo iré a pelear contra él.

33 —¡Cómo vas a pelear tú solo contra este filisteo! —respondió Saúl—. No eres más que un muchacho, mientras que él ha sido un guerrero toda la vida.

34 David respondió:

—A mí me toca cuidar el rebaño de mi padre. Cuando un león o un oso viene y se lleva una oveja del rebaño, 35 yo lo persigo y lo golpeo hasta que suelta la presa. Y, si el animal me ataca, lo agarro por la melena y lo sigo golpeando hasta matarlo. 36 Si este siervo suyo ha matado leones y osos, lo mismo puede hacer con ese filisteo incircunciso, porque está desafiando al ejército del Dios viviente. 37 El Señor, que me libró de las garras del león y del oso, también me librará de la mano de ese filisteo.

—Anda, pues —dijo Saúl—, y que el Señor te acompañe.

38 Luego Saúl vistió a David con su uniforme de campaña. Le entregó también un casco de bronce y le puso una coraza. 39 David se ciñó la espada sobre la armadura e intentó caminar, pero no pudo porque no estaba acostumbrado.

—No puedo andar con todo esto —le dijo a Saúl—; no estoy entrenado para ello.

De modo que se quitó todo aquello, 40 tomó su bastón, fue al río a escoger cinco piedras lisas, y las metió en su bolsa de pastor. Luego, honda en mano, se acercó al filisteo.

41 Este, por su parte, también avanzaba hacia David detrás de su escudero. 42 Echó una mirada a David y, al darse cuenta de que era apenas un muchacho, pelirrojo y buen mozo, con desprecio 43 dijo:

—¿Soy acaso un perro para que vengas a atacarme con palos?

Y maldiciendo a David en nombre de sus dioses, 44 añadió:

—¡Ven acá, que voy a echar tu carne a las aves del cielo y a las fieras del campo!

45 David contestó:

—Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor de los Ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien has desafiado. 46 Hoy mismo el Señor te entregará en mis manos; y yo te mataré y te cortaré la cabeza. Hoy mismo echaré los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a las fieras del campo, y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel. 47 Todos los que están aquí reconocerán que el Señor salva sin necesidad de espada ni de lanza. La batalla es del Señor y él los entregará a ustedes en nuestras manos.

48 En cuanto el filisteo avanzó para acercarse a David y enfrentarse con él, también este corrió rápidamente hacia la línea de batalla para hacerle frente. 49 Metiendo la mano en su bolsa sacó una piedra y con la honda se la lanzó al filisteo, hiriéndolo en la frente. Con la piedra incrustada entre ceja y ceja, el filisteo cayó de bruces al suelo.

50 Así fue como David triunfó sobre el filisteo: lo hirió de muerte con una honda y una piedra y sin empuñar la espada.

51 Luego corrió adonde estaba el filisteo, le quitó la espada, la desenvainó, lo remató con ella y cortó su cabeza.

Cuando los filisteos vieron que su héroe había muerto, salieron corriendo. 52 Entonces los soldados de Israel y de Judá, dando gritos de guerra, se lanzaron contra ellos y los persiguieron hasta la entrada de Gat[e] y hasta las puertas de Ecrón. Todo el camino, desde Sajarayin hasta Gat y Ecrón, quedó regado de cadáveres de filisteos. 53 Cuando los israelitas dejaron de perseguir a los filisteos, regresaron para saquearles el campamento.

54 Luego David tomó la cabeza de Goliat y la llevó a Jerusalén, pero las armas las guardó en su tienda de campaña.

55 Anteriormente Saúl, al ver a David enfrentarse con el filisteo, había preguntado a Abner, comandante de su ejército:

—Abner, ¿quién es el padre de ese muchacho?

—Tan cierto como Su Majestad vive, le aseguro que no lo sé.

56 —Averíguame quién es —le había dicho el rey.

57 Tan pronto como David regresó, después de haber matado a Goliat, y con la cabeza del filisteo todavía en la mano, Abner lo llevó ante Saúl.

58 —¿De quién eres hijo, muchacho? —preguntó Saúl.

—De Isaí de Belén, servidor suyo —respondió David.

Footnotes

  1. 17:4 Es decir, aprox. 3 m.
  2. 17:5 Es decir, aprox. 58 kg.
  3. 17:7 Es decir, aprox. 7 kg.
  4. 17:17 Es decir, aprox. 16 kg.
  5. 17:52 Gat (mss. de LXX); un valle (TM).

Plegaria pidiendo vindicación

Sigaión de David, que cantó a Jehová acerca de las palabras de Cus hijo de Benjamín.

Jehová Dios mío, en ti he confiado;

Sálvame de todos los que me persiguen, y líbrame,

No sea que desgarren mi alma cual león,

Y me destrocen sin que haya quien me libre.

Jehová Dios mío, si yo he hecho esto,

Si hay en mis manos iniquidad;

Si he dado mal pago al que estaba en paz conmigo

(Antes he libertado al que sin causa era mi enemigo),

Persiga el enemigo mi alma, y alcáncela;

Huelle en tierra mi vida,

Y mi honra ponga en el polvo. Selah

Levántate, oh Jehová, en tu ira;

Álzate en contra de la furia de mis angustiadores,

Y despierta en favor mío el juicio que mandaste.

Te rodeará congregación de pueblos,

Y sobre ella vuélvete a sentar en alto.

Jehová juzgará a los pueblos;

Júzgame, oh Jehová, conforme a mi justicia,

Y conforme a mi integridad.

Fenezca ahora la maldad de los inicuos, mas establece tú al justo;

Porque el Dios justo prueba la mente y el corazón.(A)

10 Mi escudo está en Dios,

Que salva a los rectos de corazón.

11 Dios es juez justo,

Y Dios está airado contra el impío todos los días.

12 Si no se arrepiente, él afilará su espada;

Armado tiene ya su arco, y lo ha preparado.

13 Asimismo ha preparado armas de muerte,

Y ha labrado saetas ardientes.

14 He aquí, el impío concibió maldad,

Se preñó de iniquidad,

Y dio a luz engaño.

15 Pozo ha cavado, y lo ha ahondado;

Y en el hoyo que hizo caerá.

16 Su iniquidad volverá sobre su cabeza,

Y su agravio caerá sobre su propia coronilla.

17 Alabaré a Jehová conforme a su justicia,

Y cantaré al nombre de Jehová el Altísimo.

La gloria de Dios y la honra del hombre

Al músico principal; sobre Gitit. Salmo de David.

¡Oh Jehová, Señor nuestro,

Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra!

Has puesto tu gloria sobre los cielos;

De la boca de los niños y de los que maman,(B) fundaste la fortaleza,

A causa de tus enemigos,

Para hacer callar al enemigo y al vengativo.

Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos,

La luna y las estrellas que tú formaste,

Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria,

Y el hijo del hombre, para que lo visites?(C)

Le has hecho poco menor que los ángeles,

Y lo coronaste de gloria y de honra.

Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos;

Todo lo pusiste debajo de sus pies:(D)

Ovejas y bueyes, todo ello,

Y asimismo las bestias del campo,

Las aves de los cielos y los peces del mar;

Todo cuanto pasa por los senderos del mar.

¡Oh Jehová, Señor nuestro,

Cuán grande es tu nombre en toda la tierra!

Acción de gracias por la justicia de Dios

Al músico principal; sobre Mut-labén. Salmo de David.

Te alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón;

Contaré todas tus maravillas.

Me alegraré y me regocijaré en ti;

Cantaré a tu nombre, oh Altísimo.

Mis enemigos volvieron atrás;

Cayeron y perecieron delante de ti.

Porque has mantenido mi derecho y mi causa;

Te has sentado en el trono juzgando con justicia.

Reprendiste a las naciones, destruiste al malo,

Borraste el nombre de ellos eternamente y para siempre.

Los enemigos han perecido; han quedado desolados para siempre;

Y las ciudades que derribaste,

Su memoria pereció con ellas.

Pero Jehová permanecerá para siempre;

Ha dispuesto su trono para juicio.

Él juzgará al mundo con justicia,

Y a los pueblos con rectitud.

Jehová será refugio del pobre,

Refugio para el tiempo de angustia.

10 En ti confiarán los que conocen tu nombre,

Por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste a los que te buscaron.

11 Cantad a Jehová, que habita en Sion;

Publicad entre los pueblos sus obras.

12 Porque el que demanda la sangre se acordó de ellos;

No se olvidó del clamor de los afligidos.

13 Ten misericordia de mí, Jehová;

Mira mi aflicción que padezco a causa de los que me aborrecen,

Tú que me levantas de las puertas de la muerte,

14 Para que cuente yo todas tus alabanzas

En las puertas de la hija de Sion,

Y me goce en tu salvación.

15 Se hundieron las naciones en el hoyo que hicieron;

En la red que escondieron fue tomado su pie.

16 Jehová se ha hecho conocer en el juicio que ejecutó;

En la obra de sus manos fue enlazado el malo. Higaion. Selah

17 Los malos serán trasladados al Seol,

Todas las gentes que se olvidan de Dios.

18 Porque no para siempre será olvidado el menesteroso,

Ni la esperanza de los pobres perecerá perpetuamente.

19 Levántate, oh Jehová; no se fortalezca el hombre;

Sean juzgadas las naciones delante de ti.

20 Pon, oh Jehová, temor en ellos;

Conozcan las naciones que no son sino hombres. Selah

Sigaiónde David, que cantó al Señor acerca de Cus el benjamita.

¡Sálvame, Señor mi Dios, porque en ti busco refugio!
    ¡Líbrame de todos mis perseguidores!
De lo contrario, me devorarán como leones;
    me despedazarán y no habrá quien me libre.

Señor mi Dios, ¿qué es lo que he hecho?
    ¿Qué maldad hay en mis manos?
Si he perjudicado al que estaba en paz conmigo,
    si he despojado sin razón al que me oprime,
entonces que mi enemigo me persiga y me alcance;
    que me haga morder el polvo
    y arrastre mi honra por el suelo. Selah

¡Levántate, Señor, en tu ira!
    ¡Enfréntate al furor de mis enemigos!
    ¡Despierta e imparte justicia!
Que los pueblos se junten a tu alrededor;
    reina[a] sobre ellos desde lo alto.
    ¡El Señor juzgará a los pueblos!
Júzgame, Señor, conforme a mi justicia;
    págame conforme a mi integridad.
Dios justo que examinas la mente y el corazón,
    acaba con la maldad de los malvados
    y mantén firme al que es justo.

10 Mi escudo está en Dios
    que salva a los de corazón[b] sincero.
11 Dios es un juez justo,
    un Dios que cada día manifiesta su enojo.
12 Si el malvado no se arrepiente,
    Dios afilará la espada
    y tensará el arco;
13 ya ha preparado sus mortíferas armas;
    ya tiene listas sus llameantes saetas.

14 Miren al preñado de maldad:
    concibió iniquidad y parirá mentira.
15 Cavó una fosa y la ahondó,
    y en esa misma fosa caerá.
16 Su iniquidad se volverá contra él;
    su violencia recaerá sobre su cabeza.

17 ¡Alabaré al Señor por su justicia!
    ¡Al nombre del Señor Altísimo cantaré salmos!

Al director musical. Sígase la tonada de «La canción del lagar».[c] Salmo de David.

Oh Señor, Soberano nuestro,
    ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra!

¡Has puesto tu gloria sobre los cielos!
Con la alabanza que brota de los labios de los pequeñitos
    y de los niños de pecho
has construido una fortaleza,
    para silenciar al enemigo y al vengativo.
Cuando contemplo tus cielos,
    obra de tus dedos,
    la luna y las estrellas que allí fijaste,
me pregunto:
    «¿Qué es el hombre para que en él pienses?
    ¿Qué es el hijo del hombre para que lo tomes en cuenta?».

Lo hiciste poco menor que los ángeles[d]
    y lo coronaste de gloria y de honra.
Le diste dominio sobre la obra de tus manos;
    todo lo pusiste bajo sus pies:
todas las ovejas, todos los bueyes,
    todos los animales del campo,
las aves del cielo,
    los peces del mar
    y todo lo que surca los senderos del mar.

Oh Señor, Soberano nuestro,
    ¡qué imponente es tu nombre en toda la tierra!

Al director musical. Sígase la tonada de «La muerte del hijo». Salmo de David.

Álef

Quiero alabarte, Señor, con todo el corazón,
    y contar todas tus maravillas.
Quiero alegrarme y regocijarme en ti
    y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo.

Bet

Mis enemigos retroceden;
    tropiezan y perecen ante ti.
Porque tú me has hecho justicia, me has vindicado;
    tú, Juez justo, ocupas tu trono.

Guímel

Reprendiste a los paganos, destruiste a los malvados;
    para siempre borraste su memoria.
Ruina sin fin cayó sobre el enemigo;
    arrancaste de raíz sus ciudades
    y hasta su recuerdo se ha desvanecido.

He

Pero el Señor reina por siempre;
    para emitir juicio ha establecido su trono.
Juzgará al mundo con justicia;
    gobernará a los pueblos con equidad.

Vav

El Señor es refugio de los oprimidos;
    es su baluarte en momentos de angustia.
10 En ti confían los que conocen tu nombre,
    porque tú, Señor, jamás abandonas a los que te buscan.

Zayin

11 Canten salmos al Señor, que reina en Sión;
    proclamen sus proezas entre las naciones.
12 El vengador de los inocentes[e] se acuerda de ellos;
    no pasa por alto el clamor de los afligidos.

Jet

13 Ten piedad de mí, Señor;
    mira cómo me afligen los que me odian.
    Sácame de las puertas de la muerte,
14 para que en las puertas de la hija de Sión[f]
    proclame tus alabanzas y me regocije en tu salvación.

Tet

15 Han caído las naciones
    en la fosa que han cavado;
sus pies quedaron atrapados
    en la red que ellos mismos escondieron.
16 Al Señor se le conoce porque imparte justicia;
    el malvado cae en la trampa que él mismo tendió. Higaión[g] Selah

Yod

17 Los malvados bajan a los dominios de la muerte,[h]
    bajan todas la naciones que de Dios se olvidan.

Caf

18 Pero el necesitado no será olvidado para siempre
    ni para siempre se perderá la esperanza del pobre.

19 ¡Levántate, Señor!
    No dejes que el hombre prevalezca;
    ¡haz que las naciones comparezcan ante ti!
20 ¡Infúndeles terror, Señor!
    ¡Que las naciones sepan que son simples mortales! Selah

Footnotes

  1. 7:7 reina (lectura probable); vuélvete (TM).
  2. 7:10 corazón. En la Biblia se usa para designar el asiento de las emociones, pensamientos y voluntad, es decir, el proceso de toma de decisiones del ser humano.
  3. 8 Título. Sígase … lagar. Lit. Según la gittith.
  4. 8:5 que los ángeles. Alt. que los seres celestiales o que Dios.
  5. 9:12 vengador de los inocentes. Lit. vengador de sangres.
  6. 9:14 hija de Sión. Alt. Jerusalén.
  7. 9:16 Higaión. Posible indicación musical.
  8. 9:17 a los dominios de la muerte. Lit. al Seol.