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Reinado de Josafat

17 Reinó en su lugar Josafat su hijo, el cual se hizo fuerte contra Israel. Puso ejércitos en todas las ciudades fortificadas de Judá, y colocó gente de guarnición en tierra de Judá, y asimismo en las ciudades de Efraín que su padre Asa había tomado. Y Jehová estuvo con Josafat, porque anduvo en los primeros caminos de David su padre, y no buscó a los baales, sino que buscó al Dios de su padre, y anduvo en sus mandamientos, y no según las obras de Israel. Jehová, por tanto, confirmó el reino en su mano, y todo Judá dio a Josafat presentes; y tuvo riquezas y gloria en abundancia. Y se animó su corazón en los caminos de Jehová, y quitó los lugares altos y las imágenes de Asera de en medio de Judá.

Al tercer año de su reinado envió sus príncipes Ben-hail, Abdías, Zacarías, Natanael y Micaías, para que enseñasen en las ciudades de Judá; y con ellos a los levitas Semaías, Netanías, Zebadías, Asael, Semiramot, Jonatán, Adonías, Tobías y Tobadonías; y con ellos a los sacerdotes Elisama y Joram. Y enseñaron en Judá, teniendo consigo el libro de la ley de Jehová, y recorrieron todas las ciudades de Judá enseñando al pueblo.

10 Y cayó el pavor de Jehová sobre todos los reinos de las tierras que estaban alrededor de Judá, y no osaron hacer guerra contra Josafat. 11 Y traían de los filisteos presentes a Josafat, y tributos de plata. Los árabes también le trajeron ganados, siete mil setecientos carneros y siete mil setecientos machos cabríos. 12 Iba, pues, Josafat engrandeciéndose mucho; y edificó en Judá fortalezas y ciudades de aprovisionamiento. 13 Tuvo muchas provisiones en las ciudades de Judá, y hombres de guerra muy valientes en Jerusalén. 14 Y este es el número de ellos según sus casas paternas: de los jefes de los millares de Judá, el general Adnas, y con él trescientos mil hombres muy esforzados. 15 Después de él, el jefe Johanán, y con él doscientos ochenta mil. 16 Tras este, Amasías hijo de Zicri, el cual se había ofrecido voluntariamente a Jehová, y con él doscientos mil hombres valientes. 17 De Benjamín, Eliada, hombre muy valeroso, y con él doscientos mil armados de arco y escudo. 18 Tras este, Jozabad, y con él ciento ochenta mil dispuestos para la guerra. 19 Estos eran siervos del rey, sin los que el rey había puesto en las ciudades fortificadas en todo Judá.

Josafat, rey de Judá

17 Al rey Asá lo sucedió en el trono su hijo Josafat, quien se impuso a la fuerza sobre Israel. Colocó tropas en todas las ciudades fortificadas de Judá y guarniciones en el territorio de Judá y en las ciudades de Efraín que su padre Asá había conquistado.

El Señor estuvo con Josafat porque siguió el ejemplo inicial de su padre,[a] pues no buscó a los baales, sino al Dios de su padre, obedeció los mandamientos de Dios y no siguió las prácticas de los israelitas. Por eso el Señor afirmó el reino en sus manos. Todo Judá le llevaba regalos y llegó a tener muchas riquezas y recibió muchos honores. Dedicó su corazón a los caminos del Señor; hasta quitó de Judá los altares paganos y las imágenes de la diosa Aserá.

En el año tercero de su reinado, Josafat envió a sus oficiales Ben Jayil, Abdías, Zacarías, Natanael y Micaías para que instruyeran a la gente en las ciudades de Judá. Con ellos fueron los levitas Semaías, Netanías, Zebadías, Asael, Semiramot, Jonatán, Adonías, Tobías y Tobadonías; también los sacerdotes Elisama y Jorán. Llevaron consigo el libro de la Ley del Señor para instruir a los habitantes de Judá. Así que recorrieron todas las ciudades de Judá, enseñando al pueblo.

10 Todos los reinos de las naciones vecinas de Judá sintieron un miedo profundo hacia el Señor y no se atrevieron a declararle la guerra a Josafat. 11 Aun algunos filisteos llevaron a Josafat, como tributo, regalos y plata. Los árabes también le llevaron siete mil setecientos carneros y siete mil setecientos machos cabríos.

12 Josafat se hizo cada vez más poderoso. Construyó en Judá fortalezas y lugares de almacenamiento, 13 y tenía muchas provisiones en las ciudades. En Jerusalén contaba con un regimiento de soldados muy valientes, 14 cuyo registro, según sus familias patriarcales, es el siguiente:

Comandantes de mil soldados en Judá:

Adnás, comandante al frente de trescientos mil soldados.

15 Le seguía Johanán, comandante al frente de doscientos ochenta mil soldados;

16 junto a este, Amasías, hijo de Zicrí, que se ofreció voluntariamente para servir al Señor y estaba al frente de doscientos mil soldados.

17 De Benjamín:

Eliadá, guerrero valiente, al frente de doscientos mil soldados que portaban arcos y escudos.

18 Le seguía Jozabad, al frente de ciento ochenta mil soldados adiestrados para la guerra.

19 Todos ellos estaban al servicio del rey, sin contar los que este había destinado para las ciudades fortificadas de todo Judá.

Footnotes

  1. 17:3 de su padre (mss. hebreos y LXX); de su padre David (TM).

El pecado escrito en el corazón de Judá

17 El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante; esculpido está en la tabla de su corazón, y en los cuernos de sus altares, mientras sus hijos se acuerdan de sus altares y de sus imágenes de Asera, que están junto a los árboles frondosos y en los collados altos, sobre las montañas y sobre el campo. Todos tus tesoros entregaré al pillaje por el pecado de tus lugares altos en todo tu territorio. Y perderás la heredad que yo te di, y te haré servir a tus enemigos en tierra que no conociste; porque fuego habéis encendido en mi furor, que para siempre arderá.

Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada.

Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas,(A) que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.

Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? 10 Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón,(B) para dar a cada uno según su camino,(C) según el fruto de sus obras.

11 Como la perdiz que cubre lo que no puso, es el que injustamente amontona riquezas; en la mitad de sus días las dejará, y en su postrimería será insensato.

12 Trono de gloria, excelso desde el principio, es el lugar de nuestro santuario. 13 ¡Oh Jehová, esperanza de Israel!, todos los que te dejan serán avergonzados; y los que se apartan de mí serán escritos en el polvo, porque dejaron a Jehová, manantial de aguas vivas.

14 Sáname, oh Jehová, y seré sano; sálvame, y seré salvo; porque tú eres mi alabanza. 15 He aquí que ellos me dicen: ¿Dónde está la palabra de Jehová? ¡Que se cumpla ahora! 16 Mas yo no he ido en pos de ti para incitarte a su castigo, ni deseé día de calamidad, tú lo sabes. Lo que de mi boca ha salido, fue en tu presencia. 17 No me seas tú por espanto, pues mi refugio eres tú en el día malo. 18 Avergüéncense los que me persiguen, y no me avergüence yo; asómbrense ellos, y yo no me asombre; trae sobre ellos día malo, y quebrántalos con doble quebrantamiento.

Observancia del día de reposo

19 Así me ha dicho Jehová: Ve y ponte a la puerta de los hijos del pueblo, por la cual entran y salen los reyes de Judá, y ponte en todas las puertas de Jerusalén, 20 y diles: Oíd la palabra de Jehová, reyes de Judá, y todo Judá y todos los moradores de Jerusalén que entráis por estas puertas. 21 Así ha dicho Jehová: Guardaos por vuestra vida de llevar carga en el día de reposo,[a] y de meterla por las puertas de Jerusalén.(D) 22 Ni saquéis carga de vuestras casas en el día de reposo,[b] ni hagáis trabajo alguno, sino santificad el día de reposo,[c] como mandé a vuestros padres.(E) 23 Pero ellos no oyeron, ni inclinaron su oído, sino endurecieron su cerviz para no oír, ni recibir corrección.

24 No obstante, si vosotros me obedeciereis, dice Jehová, no metiendo carga por las puertas de esta ciudad en el día de reposo,[d] sino que santificareis el día de reposo,[e] no haciendo en él ningún trabajo, 25 entrarán por las puertas de esta ciudad, en carros y en caballos, los reyes y los príncipes que se sientan sobre el trono de David, ellos y sus príncipes, los varones de Judá y los moradores de Jerusalén; y esta ciudad será habitada para siempre. 26 Y vendrán de las ciudades de Judá, de los alrededores de Jerusalén, de tierra de Benjamín, de la Sefela, de los montes y del Neguev, trayendo holocausto y sacrificio, y ofrenda e incienso, y trayendo sacrificio de alabanza a la casa de Jehová. 27 Pero si no me oyereis para santificar el día de reposo,[f] y para no traer carga ni meterla por las puertas de Jerusalén en día de reposo,[g] yo haré descender fuego en sus puertas, y consumirá los palacios de Jerusalén, y no se apagará.

La señal del alfarero y el barro

18 Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla.

Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel. En un instante hablaré contra pueblos y contra reinos, para arrancar, y derribar, y destruir. Pero si esos pueblos se convirtieren de su maldad contra la cual hablé, yo me arrepentiré del mal que había pensado hacerles, y en un instante hablaré de la gente y del reino, para edificar y para plantar. 10 Pero si hiciere lo malo delante de mis ojos, no oyendo mi voz, me arrepentiré del bien que había determinado hacerle.

11 Ahora, pues, habla luego a todo hombre de Judá y a los moradores de Jerusalén, diciendo: Así ha dicho Jehová: He aquí que yo dispongo mal contra vosotros, y trazo contra vosotros designios; conviértase ahora cada uno de su mal camino, y mejore sus caminos y sus obras. 12 Y dijeron: Es en vano; porque en pos de nuestros ídolos iremos, y haremos cada uno el pensamiento de nuestro malvado corazón.

13 Por tanto, así dijo Jehová: Preguntad ahora a las naciones, quién ha oído cosa semejante. Gran fealdad ha hecho la virgen de Israel. 14 ¿Faltará la nieve del Líbano de la piedra del campo? ¿Faltarán las aguas frías que corren de lejanas tierras? 15 Porque mi pueblo me ha olvidado, incensando a lo que es vanidad, y ha tropezado en sus caminos, en las sendas antiguas, para que camine por sendas y no por camino transitado, 16 para poner su tierra en desolación, objeto de burla perpetua; todo aquel que pasare por ella se asombrará, y meneará la cabeza. 17 Como viento solano los esparciré delante del enemigo; les mostraré las espaldas y no el rostro, en el día de su perdición.

Conspiración del pueblo y oración de Jeremías

18 Y dijeron: Venid y maquinemos contra Jeremías; porque la ley no faltará al sacerdote, ni el consejo al sabio, ni la palabra al profeta. Venid e hirámoslo de lengua, y no atendamos a ninguna de sus palabras.

19 Oh Jehová, mira por mí, y oye la voz de los que contienden conmigo. 20 ¿Se da mal por bien, para que hayan cavado hoyo a mi alma? Acuérdate que me puse delante de ti para hablar bien por ellos, para apartar de ellos tu ira. 21 Por tanto, entrega sus hijos a hambre, dispérsalos por medio de la espada, y queden sus mujeres sin hijos, y viudas; y sus maridos sean puestos a muerte, y sus jóvenes heridos a espada en la guerra. 22 Óigase clamor de sus casas, cuando traigas sobre ellos ejército de repente; porque cavaron hoyo para prenderme, y a mis pies han escondido lazos. 23 Pero tú, oh Jehová, conoces todo su consejo contra mí para muerte; no perdones su maldad, ni borres su pecado de delante de tu rostro; y tropiecen delante de ti; haz así con ellos en el tiempo de tu enojo.

La señal de la vasija rota

19 Así dijo Jehová: Ve y compra una vasija de barro del alfarero, y lleva contigo de los ancianos del pueblo, y de los ancianos de los sacerdotes; y saldrás al valle del hijo de Hinom,(F) que está a la entrada de la puerta oriental, y proclamarás allí las palabras que yo te hablaré. Dirás, pues: Oíd palabra de Jehová, oh reyes de Judá, y moradores de Jerusalén. Así dice Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí que yo traigo mal sobre este lugar, tal que a todo el que lo oyere, le retiñan los oídos. Porque me dejaron, y enajenaron este lugar, y ofrecieron en él incienso a dioses ajenos, los cuales no habían conocido ellos, ni sus padres, ni los reyes de Judá; y llenaron este lugar de sangre de inocentes. Y edificaron lugares altos a Baal, para quemar con fuego a sus hijos en holocaustos al mismo Baal;(G) cosa que no les mandé, ni hablé, ni me vino al pensamiento. Por tanto, he aquí vienen días, dice Jehová, que este lugar no se llamará más Tofet, ni valle del hijo de Hinom, sino Valle de la Matanza. Y desvaneceré el consejo de Judá y de Jerusalén en este lugar, y les haré caer a espada delante de sus enemigos, y en las manos de los que buscan sus vidas; y daré sus cuerpos para comida a las aves del cielo y a las bestias de la tierra. Pondré a esta ciudad por espanto y burla; todo aquel que pasare por ella se asombrará, y se burlará sobre toda su destrucción. Y les haré comer la carne de sus hijos y la carne de sus hijas, y cada uno comerá la carne de su amigo, en el asedio y en el apuro con que los estrecharán sus enemigos y los que buscan sus vidas.

10 Entonces quebrarás la vasija ante los ojos de los varones que van contigo, 11 y les dirás: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Así quebrantaré a este pueblo y a esta ciudad, como quien quiebra una vasija de barro, que no se puede restaurar más; y en Tofet se enterrarán, porque no habrá otro lugar para enterrar. 12 Así haré a este lugar, dice Jehová, y a sus moradores, poniendo esta ciudad como Tofet. 13 Las casas de Jerusalén, y las casas de los reyes de Judá, serán como el lugar de Tofet, inmundas, por todas las casas sobre cuyos tejados ofrecieron incienso a todo el ejército del cielo, y vertieron libaciones a dioses ajenos.

14 Y volvió Jeremías de Tofet, adonde le envió Jehová a profetizar, y se paró en el atrio de la casa de Jehová y dijo a todo el pueblo: 15 Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí, yo traigo sobre esta ciudad y sobre todas sus villas todo el mal que hablé contra ella; porque han endurecido su cerviz para no oír mis palabras.

Footnotes

  1. Jeremías 17:21 Aquí equivale a sábado.
  2. Jeremías 17:22 Aquí equivale a sábado.
  3. Jeremías 17:22 Aquí equivale a sábado.
  4. Jeremías 17:24 Aquí equivale a sábado.
  5. Jeremías 17:24 Aquí equivale a sábado.
  6. Jeremías 17:27 Aquí equivale a sábado.
  7. Jeremías 17:27 Aquí equivale a sábado.

17 »El pecado de Judá está escrito con cincel de hierro;
    grabado está con punta de diamante
sobre la tabla de su corazón
    y sobre los cuernos de sus altares.
Aún sus hijos recuerdan sus altares
    y las imágenes de Aserá
junto a los árboles frondosos
    sobre las altas colinas,
y sobre mi montaña a campo abierto.
Así que entregaré como botín tu riqueza,
    tus tesoros y tus altares paganos,
por todos tus pecados
    en todo tu territorio.
Por tu culpa perderás la herencia
    que yo te había dado.
Te haré esclava de tus enemigos,
    en un país para ti desconocido,
porque has encendido mi ira,
    la cual se mantendrá ardiendo para siempre».

Así dice el Señor:

«¡Maldito aquel que confía en los hombres,
    que se apoya en fuerzas humanas
    y aparta su corazón del Señor!
Será como una zarza en el desierto:
    no se dará cuenta cuando llegue el bien.
Morará en la sequedad del desierto,
    en tierras de sal, donde nadie habita.

»Bendito el hombre que confía en el Señor
    y pone su confianza en él.
Será como un árbol plantado junto al agua
    que extiende sus raíces hacia la corriente;
no teme que llegue el calor
    y sus hojas están siempre verdes.
En época de sequía no se angustia
    y nunca deja de dar fruto».

Nada hay tan engañoso como el corazón.
    No tiene remedio.
    ¿Quién puede comprenderlo?

10 «Yo, el Señor, sondeo el corazón
    y examino los pensamientos,
para darle a cada uno según sus acciones
    y según el fruto de sus obras».

11 El que acapara riquezas injustas
    es como una perdiz que empolla huevos que no puso.
En la mitad de la vida las perderá
    y al final se mostrará como un insensato.

12 Trono glorioso, exaltado desde el principio
    es el lugar de nuestro santuario.
13 Señor, tú eres la esperanza de Israel,
    todo el que te abandona quedará avergonzado.
El que se aparta de ti quedará como algo escrito en el polvo,
    porque abandonó al Señor,
    fuente de aguas vivas.

14 Sáname, Señor, y seré sanado;
    sálvame y seré salvo,
    porque tú eres mi alabanza.
15 No falta quien me pregunte:
    «¿Dónde está la palabra del Señor?
    ¡Que se cumpla ya!».
16 Pero yo no me he apresurado a abandonarte y dejar de ser tu pastor;
    tampoco he deseado que venga el día de la calamidad.
Tú bien sabes lo que he dicho,
    pues lo dije en tu presencia.
17 No seas para mí un motivo de terror;
    tú eres mi refugio en tiempos de calamidad.
18 ¡No me pongas a mí en vergüenza;
    avergüénzalos a ellos!
¡No me llenes de terror a mí;
    aterrorízalos a ellos!
Envíales tiempos de calamidad;
    ¡destrózalos y vuelve a destrozarlos!

La observancia del sábado

19 Así me dijo el Señor: «Ve y párate en la puerta del Pueblo, por donde entran y salen los reyes de Judá; luego, en todas las puertas de Jerusalén. 20 Diles: “¡Escuchen la palabra del Señor, reyes de Judá, toda la gente de Judá y todos los habitantes de Jerusalén que entran por estas puertas! 21 Así dice el Señor: ‘Cuídense bien de no llevar ninguna carga en día sábado y de no meterla por las puertas de Jerusalén. 22 Tampoco saquen ninguna carga de sus casas en día sábado ni hagan ningún tipo de trabajo. Consagren el día sábado, tal como se lo ordené a sus antepasados. 23 Pero ellos no me prestaron atención ni me obedecieron, sino que se obstinaron y no quisieron escuchar ni recibir corrección.

24 »” ’Si de veras me obedecen —afirma el Señor—, y no meten ninguna carga por las puertas de esta ciudad en día sábado, sino que consagren este día no haciendo ningún trabajo, 25 entonces reyes entrarán por las puertas de esta ciudad con sus oficiales y se sentarán en el trono de David. Ellos y sus oficiales entrarán montados en carros y caballos, acompañados por la gente de Judá y por los habitantes de Jerusalén, y esta ciudad será habitada para siempre. 26 Vendrá gente de las ciudades de Judá y de los alrededores de Jerusalén, del territorio de Benjamín y de la Sefelá, de la región montañosa y del Néguev. Traerán al Templo del Señor holocaustos y sacrificios, ofrendas de cereal, incienso y ofrendas de acción de gracias. 27 Pero si no obedecen en consagrar el día sábado y permiten que entren cargas por las puertas de Jerusalén en sábado, entonces prenderé fuego a sus puertas que no podrá ser apagado y que consumirá los palacios de Jerusalén’ ”».

Parábola del alfarero

18 Esta es la palabra que vino a Jeremías de parte del Señor: «Levántate y baja ahora mismo a la casa del alfarero y allí te comunicaré mi mensaje».

Entonces bajé a la casa del alfarero y lo encontré trabajando en el torno. Pero la vasija que estaba modelando se deshizo en sus manos; así que volvió a hacer otra vasija, hasta que le pareció que había quedado bien.

En ese momento la palabra del Señor vino a mí y me dijo: «Pueblo de Israel, ¿acaso no puedo hacer con ustedes lo mismo que hace este alfarero con el barro?», afirma el Señor. «Ustedes, pueblo de Israel, son en mis manos como el barro en las manos del alfarero. En un momento puedo hablar de arrancar, derribar y destruir a una nación o a un reino; pero si la nación de la cual hablé se arrepiente de su maldad, también yo desistiré del castigo que había pensado infligirles. En otro momento puedo hablar de construir y plantar a una nación o a un reino. 10 Pero si esa nación hace lo malo ante mis ojos y no me obedece, yo desistiré del bien que había pensado hacerles. 11 Y ahora habla con los habitantes de Judá y de Jerusalén y adviérteles que así dice el Señor: “Estoy preparando una calamidad contra ustedes y elaborando un plan en su contra. ¡Vuélvanse ya de su mal camino; enmienden su conducta y sus acciones!”. 12 Ellos objetarán: “Es inútil. Vamos a seguir nuestros propios planes” y cada uno cometerá la maldad que dicte su obstinado corazón».

13 Por eso, así dice el Señor:

«Pregunten entre las naciones:
    ¿Quién ha oído algo semejante?
La virginal Israel
    ha cometido algo terrible.
14 ¿Acaso la nieve del Líbano
    desaparece de las laderas rocosas?
¿Se agotan las aguas frías
    que fluyen de las montañas?[a]
15 Sin embargo, mi pueblo me ha olvidado;
    quema incienso a ídolos inútiles,
que los hicieron tropezar en sus caminos,
    en los senderos antiguos.
Los hicieron caminar
    por sendas y veredas escabrosas.
16 Así ha dejado desolada su tierra;
    la ha hecho objeto de burla constante.
Todo el que pase por allí
    meneará atónito la cabeza.
17 Como un viento del este,
    los esparciré delante del enemigo.
En el día de su calamidad
    les daré la espalda y no la cara».

18 Ellos dijeron: «Vengan, tramemos un plan contra Jeremías. Porque no faltará la Ley al sacerdote, ni el consejo al sabio, ni la palabra al profeta. Ataquémoslo de palabra y no hagamos caso de nada de lo que diga».

19 ¡Señor, préstame atención!
    ¡Escucha a los que me acusan!
20 ¿Acaso el bien se paga con el mal?
    ¡Pues ellos me han cavado una fosa!
Recuerda que me presenté ante ti
    para interceder por ellos,
    para apartar de ellos tu ira.
21 Por eso, entrega ahora sus hijos al hambre;
    abandónalos a merced de la espada.
Que sus esposas se queden viudas y sin hijos;
    que sus maridos mueran asesinados
    y que sus jóvenes caigan en combate a filo de espada.
22 Que se oigan los gritos desde sus casas,
    cuando de repente mandes contra ellos invasores.
Han cavado una fosa para atraparme,
    y han puesto trampas a mi paso.
23 Pero tú, Señor, conoces
    todos sus planes para matarme.
¡No perdones su iniquidad
    ni borres de tu presencia sus pecados!
¡Que caigan derribados ante ti!
    ¡Enfréntate a ellos en el momento de tu ira!

19 Así dice el Señor: «Ve a un alfarero y cómprale un cántaro de barro. Luego, pide que te acompañen algunos de los jefes del pueblo y de los sacerdotes. Ve al valle de Ben Hinón, que está a la entrada de la puerta de los Alfareros, y proclama allí las palabras que yo te comunicaré. Diles: “Reyes de Judá y habitantes de Jerusalén, escuchen la palabra del Señor. Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: ‘Voy a enviar tal calamidad sobre este lugar que a todo el que la oiga le quedará retumbando en los oídos. Porque ellos me han abandonado. Han profanado este lugar, quemando en él incienso a otros dioses que no conocían ni ellos ni sus antepasados ni los reyes de Judá. Además, han llenado de sangre inocente este lugar. Han construido altares paganos en honor de Baal, para quemar a sus hijos en el fuego como holocaustos a Baal, cosa que yo jamás ordené ni mencioné ni jamás me pasó por la mente. Por eso, vendrán días en que este lugar ya no se llamará Tofet ni valle de Ben Hinón, sino valle de la Matanza’, afirma el Señor. ‘En este lugar anularé los planes de Judá y de Jerusalén. Los haré caer a filo de espada delante de sus enemigos, es decir, a manos de los que atentan contra su vida. También dejaré sus cadáveres a las aves del cielo y a las bestias de la tierra para que les sirvan de comida. Convertiré a esta ciudad en un lugar desolado y en objeto de burla. Todo el que pase por ella quedará atónito y se burlará de todas sus heridas. Ante el angustioso asedio que les impondrán los enemigos que atentan contra ustedes, haré que se coman la carne de sus propios hijos e hijas y que se devoren entre sí’ ”.

10 »Rompe después el cántaro a la vista de los hombres que te acompañaron 11 y adviérteles que así dice el Señor de los Ejércitos: “Voy a romper a esta nación y a esta ciudad como quien rompe un cántaro de alfarero que ya no se puede reparar; y a falta de otro lugar, enterrarán a sus muertos en Tofet. 12 Así haré con este lugar y con sus habitantes”, afirma el Señor, “esta ciudad quedará tal y como quedó Tofet. 13 Todas las casas de Jerusalén y todos los palacios de los reyes de Judá; es decir, todas esas casas en cuyas azoteas se quemó incienso a todo el ejército del cielo y donde se derramaron ofrendas líquidas a otros dioses, quedarán tan impuras como quedó Tofet”».

14 Cuando Jeremías regresó de Tofet —adonde el Señor lo había enviado a profetizar—, se paró en el atrio del Templo del Señor y dijo a todo el pueblo: 15 «Así dice el Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel: “Como esta ciudad y todos sus pueblos vecinos se han obstinado en desobedecer mis palabras, voy a mandarles toda la calamidad que había prometido”».

Footnotes

  1. 18:14 ¿Se agotan … montañas? Texto de difícil traducción.