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Caída de Jerusalén

(Jer. 39.1-7; 52.3-11)

25 Aconteció a los nueve años de su reinado, en el mes décimo, a los diez días del mes, que Nabucodonosor rey de Babilonia vino con todo su ejército contra Jerusalén, y la sitió,(A) y levantó torres contra ella alrededor. Y estuvo la ciudad sitiada hasta el año undécimo del rey Sedequías. A los nueve días del cuarto mes prevaleció el hambre en la ciudad, hasta que no hubo pan para el pueblo de la tierra. Abierta ya una brecha en el muro de la ciudad,(B) huyeron de noche todos los hombres de guerra por el camino de la puerta que estaba entre los dos muros, junto a los huertos del rey, estando los caldeos alrededor de la ciudad; y el rey se fue por el camino del Arabá. Y el ejército de los caldeos siguió al rey, y lo apresó en las llanuras de Jericó, habiendo sido dispersado todo su ejército. Preso, pues, el rey, le trajeron al rey de Babilonia en Ribla, y pronunciaron contra él sentencia. Degollaron a los hijos de Sedequías en presencia suya, y a Sedequías le sacaron los ojos, y atado con cadenas lo llevaron a Babilonia.(C)

Cautividad de Judá

(2 Cr. 36.17-21; Jer. 39.8-10; 52.12-30)

En el mes quinto, a los siete días del mes, siendo el año diecinueve de Nabucodonosor rey de Babilonia, vino a Jerusalén Nabuzaradán, capitán de la guardia, siervo del rey de Babilonia. Y quemó la casa de Jehová,(D) y la casa del rey, y todas las casas de Jerusalén; y todas las casas de los príncipes quemó a fuego. 10 Y todo el ejército de los caldeos que estaba con el capitán de la guardia, derribó los muros alrededor de Jerusalén. 11 Y a los del pueblo que habían quedado en la ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia, y a los que habían quedado de la gente común, los llevó cautivos Nabuzaradán, capitán de la guardia. 12 Mas de los pobres de la tierra dejó Nabuzaradán, capitán de la guardia, para que labrasen las viñas y la tierra.

13 Y quebraron los caldeos las columnas de bronce(E) que estaban en la casa de Jehová, y las basas, y el mar de bronce(F) que estaba en la casa de Jehová, y llevaron el bronce a Babilonia. 14 Llevaron también los calderos, las paletas, las despabiladeras, los cucharones, y todos los utensilios de bronce con que ministraban;(G) 15 incensarios, cuencos, los que de oro, en oro, y los que de plata, en plata; todo lo llevó el capitán de la guardia. 16 Las dos columnas, un mar, y las basas que Salomón había hecho para la casa de Jehová; no fue posible pesar todo esto. 17 La altura de una columna era de dieciocho codos, y tenía encima un capitel de bronce; la altura del capitel era de tres codos, y sobre el capitel había una red y granadas alrededor, todo de bronce; e igual labor había en la otra columna con su red.

18 Tomó entonces el capitán de la guardia al primer sacerdote Seraías, al segundo sacerdote Sofonías, y tres guardas de la vajilla; 19 y de la ciudad tomó un oficial que tenía a su cargo los hombres de guerra, y cinco varones de los consejeros del rey, que estaban en la ciudad, el principal escriba del ejército, que llevaba el registro de la gente del país, y sesenta varones del pueblo de la tierra, que estaban en la ciudad. 20 Estos tomó Nabuzaradán, capitán de la guardia, y los llevó a Ribla al rey de Babilonia. 21 Y el rey de Babilonia los hirió y mató en Ribla, en tierra de Hamat. Así fue llevado cautivo Judá de sobre su tierra.

El remanente huye a Egipto

22 Y al pueblo que Nabucodonosor rey de Babilonia dejó en tierra de Judá, puso por gobernador a Gedalías hijo de Ahicam, hijo de Safán. 23 Y oyendo todos los príncipes del ejército, ellos y su gente, que el rey de Babilonia había puesto por gobernador a Gedalías, vinieron a él en Mizpa; Ismael hijo de Netanías, Johanán hijo de Carea, Seraías hijo de Tanhumet netofatita, y Jaazanías hijo de un maacateo, ellos con los suyos. 24 Entonces Gedalías les hizo juramento a ellos y a los suyos, y les dijo: No temáis de ser siervos de los caldeos; habitad en la tierra, y servid al rey de Babilonia, y os irá bien.(H) 25 Mas en el mes séptimo vino Ismael hijo de Netanías, hijo de Elisama, de la estirpe real, y con él diez varones, e hirieron a Gedalías, y murió; y también a los de Judá y a los caldeos que estaban con él en Mizpa.(I) 26 Y levantándose todo el pueblo, desde el menor hasta el mayor, con los capitanes del ejército, se fueron a Egipto, por temor de los caldeos.(J)

Joaquín es libertado y recibe honores en Babilonia

(Jer. 52.31-34)

27 Aconteció a los treinta y siete años del cautiverio de Joaquín rey de Judá, en el mes duodécimo, a los veintisiete días del mes, que Evil-merodac rey de Babilonia, en el primer año de su reinado, libertó a Joaquín rey de Judá, sacándolo de la cárcel; 28 y le habló con benevolencia, y puso su trono más alto que los tronos de los reyes que estaban con él en Babilonia. 29 Y le cambió los vestidos de prisionero, y comió siempre delante de él todos los días de su vida. 30 Y diariamente le fue dada su comida de parte del rey, de continuo, todos los días de su vida.

25 En el año noveno del reinado de Sedequías, a los diez días del mes décimo, Nabucodonosor, rey de Babilonia, marchó con todo su ejército y atacó a Jerusalén. Acampó frente a la ciudad y construyó torres de asalto a su alrededor. La ciudad estuvo sitiada hasta el año undécimo del reinado de Sedequías.

A los nueve días del mes cuarto,[a] cuando el hambre se agravó en la ciudad y no había más alimento para el pueblo, se abrió una brecha en el muro de la ciudad, de modo que, aunque los babilonios[b] la tenían cercada, todo el ejército se escapó de noche por la puerta que estaba entre los dos muros, junto al jardín real. Huyeron camino al Arabá,[c] pero el ejército babilonio persiguió al rey Sedequías hasta alcanzarlo en la llanura de Jericó. Sus soldados se dispersaron, abandonándolo, y los babilonios lo capturaron.

Luego lo llevaron ante el rey de Babilonia, que estaba en Riblá. Allí Sedequías recibió su sentencia. Ante sus propios ojos degollaron a sus hijos y después le sacaron los ojos, lo ataron con cadenas de bronce y lo llevaron a Babilonia.

A los siete días del mes quinto del año diecinueve del reinado de Nabucodonosor, rey de Babilonia, su ministro Nabuzaradán, que era el comandante de la guardia, fue a Jerusalén y prendió fuego al Templo del Señor, al palacio real y a todas las casas de Jerusalén, incluso a todos los edificios importantes. 10 Entonces todo el ejército de los babilonios bajo su mando derribó las murallas que rodeaban la ciudad. 11 Además, Nabuzaradán, comandante de la guardia, deportó a la gente que quedaba en la ciudad, es decir, al resto de la muchedumbre y a los que se habían aliado con el rey de Babilonia. 12 Sin embargo, dejó a algunos de los más pobres para que se encargaran de los viñedos y de los campos.

13 Los babilonios quebraron las columnas de bronce, las bases y la fuente[d] de bronce que estaban en el Templo del Señor, y se llevaron el bronce a Babilonia. 14 También se llevaron las ollas, las tenazas, los cortapabilos, la vajilla y todos los utensilios de bronce que se usaban para el culto. 15 Además, el comandante de la guardia tomó los incensarios y los tazones, todo lo cual era de oro y de plata.

16 El bronce de las dos columnas, de la fuente y de las bases, que Salomón había hecho para el Templo del Señor, era tanto que no se podía pesar. 17 Cada columna medía dieciocho codos[e] de altura. El capitel de bronce que estaba encima de cada columna medía tres codos[f] de altura y estaba decorado alrededor con una red y con granadas de bronce. Las dos columnas tenían el mismo adorno.

18 El comandante de la guardia tomó presos a Seraías, sacerdote principal, a Sofonías, sacerdote de segundo rango, y a los tres porteros. 19 De los que quedaban en la ciudad, apresó al oficial encargado de las tropas, a cinco de los servidores personales del rey, al cronista principal del ejército —encargado de reclutar soldados de entre el pueblo— y a sesenta ciudadanos que todavía estaban en la ciudad. 20 Después de apresarlos, Nabuzaradán, comandante de la guardia, se los llevó al rey de Babilonia, que estaba en Riblá. 21 Allí, en el territorio de Jamat, el rey los hizo ejecutar.

Así Judá fue desterrado y llevado cautivo.

22 Nabucodonosor, rey de Babilonia, nombró a Guedalías, hijo de Ajicán y nieto de Safán, para gobernar a la gente que había dejado en Judá. 23 Cuando los oficiales del ejército de Judá y sus tropas se enteraron de que el rey de Babilonia había nombrado gobernador a Guedalías, fueron a ver a este en Mizpa. Los oficiales eran Ismael, hijo de Netanías; Johanán, hijo de Carea; Seraías, hijo de Tanjumet, oriundo de Netofa; y Jazanías, hijo de un hombre de Macá. 24 Guedalías hizo este juramento a ellos y a sus tropas: «No teman a los oficiales babilonios. Si ustedes se quedan en el país y sirven al rey de Babilonia, les aseguro que les irá bien».

25 Pero a los siete meses, Ismael, hijo de Netanías y nieto de Elisama, de estirpe real, junto con diez hombres que lo acompañaban, fueron y asesinaron a Guedalías; también mataron a los hombres de Judá y a los babilonios que formaban parte de su séquito en Mizpa. 26 Luego de eso todos huyeron a Egipto, grandes y pequeños, junto con los oficiales del ejército, pues temían a los babilonios.

Liberación del rey Joaquín(A)

27 En el día veintisiete del mes duodécimo del año treinta y siete del exilio de Joaquín, rey de Judá, Evil Merodac, rey de Babilonia, en el año primero de su reinado, sacó a Joaquín de la cárcel. 28 Lo trató amablemente y le dio una posición más alta que la de los otros reyes que estaban con él en Babilonia. 29 Joaquín dejó su ropa de prisionero y por el resto de su vida comió a la mesa del rey. 30 Además, durante toda su vida Joaquín gozó de una pensión diaria que le proveía el rey de Babilonia.

Footnotes

  1. 25:3 cuarto. El texto hebreo no incluye esta palabra, pero véase Jer 52:6.
  2. 25:4 Lit. caldeos.
  3. 25:4 Arabá. Alt. valle del Jordán.
  4. 25:13 la fuente. Lit. el mar; también en v. 16.
  5. 25:17 Es decir, aprox. 8 m.
  6. 25:17 Es decir, aprox. 1.4 m.

Nacimiento y reinado del Mesías

Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles.(A) El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.(B) Multiplicaste la gente, y aumentaste la alegría. Se alegrarán delante de ti como se alegran en la siega, como se gozan cuando reparten despojos. Porque tú quebraste su pesado yugo, y la vara de su hombro, y el cetro de su opresor, como en el día de Madián. Porque todo calzado que lleva el guerrero en el tumulto de la batalla, y todo manto revolcado en sangre, serán quemados, pasto del fuego. Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz. Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre.(C) El celo de Jehová de los ejércitos hará esto.

La ira de Jehová contra Israel

El Señor envió palabra a Jacob, y cayó en Israel. Y la sabrá todo el pueblo, Efraín y los moradores de Samaria, que con soberbia y con altivez de corazón dicen: 10 Los ladrillos cayeron, pero edificaremos de cantería; cortaron los cabrahígos, pero en su lugar pondremos cedros. 11 Pero Jehová levantará los enemigos de Rezín contra él, y juntará a sus enemigos; 12 del oriente los sirios, y los filisteos del poniente; y a boca llena devorarán a Israel. Ni con todo eso ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.

13 Pero el pueblo no se convirtió al que lo castigaba, ni buscó a Jehová de los ejércitos. 14 Y Jehová cortará de Israel cabeza y cola, rama y caña en un mismo día. 15 El anciano y venerable de rostro es la cabeza; el profeta que enseña mentira, es la cola. 16 Porque los gobernadores de este pueblo son engañadores, y sus gobernados se pierden. 17 Por tanto, el Señor no tomará contentamiento en sus jóvenes, ni de sus huérfanos y viudas tendrá misericordia; porque todos son falsos y malignos, y toda boca habla despropósitos. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.

18 Porque la maldad se encendió como fuego, cardos y espinos devorará; y se encenderá en lo espeso del bosque, y serán alzados como remolinos de humo. 19 Por la ira de Jehová de los ejércitos se oscureció la tierra, y será el pueblo como pasto del fuego; el hombre no tendrá piedad de su hermano. 20 Cada uno hurtará a la mano derecha, y tendrá hambre, y comerá a la izquierda, y no se saciará; cada cual comerá la carne de su brazo; 21 Manasés a Efraín, y Efraín a Manasés, y ambos contra Judá. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.

10 ¡Ay de los que dictan leyes injustas, y prescriben tiranía, para apartar del juicio a los pobres, y para quitar el derecho a los afligidos de mi pueblo; para despojar a las viudas, y robar a los huérfanos! ¿Y qué haréis en el día del castigo? ¿A quién os acogeréis para que os ayude, cuando venga de lejos el asolamiento? ¿En dónde dejaréis vuestra gloria? Sin mí se inclinarán entre los presos, y entre los muertos caerán. Ni con todo esto ha cesado su furor, sino que todavía su mano está extendida.

Asiria, instrumento de Dios

Oh Asiria,(D) vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira. Le mandaré contra una nación pérfida, y sobre el pueblo de mi ira le enviaré, para que quite despojos, y arrebate presa, y lo ponga para ser hollado como lodo de las calles. Aunque él no lo pensará así, ni su corazón lo imaginará de esta manera, sino que su pensamiento será desarraigar y cortar naciones no pocas. Porque él dice: Mis príncipes, ¿no son todos reyes? ¿No es Calno como Carquemis, Hamat como Arfad, y Samaria como Damasco? 10 Como halló mi mano los reinos de los ídolos, siendo sus imágenes más que las de Jerusalén y de Samaria; 11 como hice a Samaria y a sus ídolos, ¿no haré también así a Jerusalén y a sus ídolos?

12 Pero acontecerá que después que el Señor haya acabado toda su obra en el monte de Sion y en Jerusalén, castigará el fruto de la soberbia del corazón del rey de Asiria, y la gloria de la altivez de sus ojos. 13 Porque dijo: Con el poder de mi mano lo he hecho, y con mi sabiduría, porque he sido prudente; quité los territorios de los pueblos, y saqueé sus tesoros, y derribé como valientes a los que estaban sentados; 14 y halló mi mano como nido las riquezas de los pueblos; y como se recogen los huevos abandonados, así me apoderé yo de toda la tierra; y no hubo quien moviese ala, ni abriese boca y graznase.

15 ¿Se gloriará el hacha contra el que con ella corta? ¿Se ensoberbecerá la sierra contra el que la mueve? ¡Como si el báculo levantase al que lo levanta; como si levantase la vara al que no es leño! 16 Por esto el Señor, Jehová de los ejércitos, enviará debilidad sobre sus robustos, y debajo de su gloria encenderá una hoguera como ardor de fuego. 17 Y la luz de Israel será por fuego, y su Santo por llama, que abrase y consuma en un día sus cardos y sus espinos. 18 La gloria de su bosque y de su campo fértil consumirá totalmente, alma y cuerpo, y vendrá a ser como abanderado en derrota. 19 Y los árboles que queden en su bosque serán en número que un niño los pueda contar.

20 Acontecerá en aquel tiempo, que los que hayan quedado de Israel y los que hayan quedado de la casa de Jacob, nunca más se apoyarán en el que los hirió, sino que se apoyarán con verdad en Jehová, el Santo de Israel. 21 El remanente volverá, el remanente de Jacob volverá al Dios fuerte. 22 Porque si tu pueblo, oh Israel, fuere como las arenas del mar, el remanente de él volverá; la destrucción acordada rebosará justicia. 23 Pues el Señor, Jehová de los ejércitos, hará consumación ya determinada en medio de la tierra.(E)

24 Por tanto el Señor, Jehová de los ejércitos, dice así: Pueblo mío, morador de Sion, no temas de Asiria. Con vara te herirá, y contra ti alzará su palo, a la manera de Egipto; 25 mas de aquí a muy poco tiempo se acabará mi furor y mi enojo, para destrucción de ellos. 26 Y levantará Jehová de los ejércitos azote contra él como la matanza de Madián en la peña de Oreb, y alzará su vara sobre el mar como hizo por la vía de Egipto. 27 Acontecerá en aquel tiempo que su carga será quitada de tu hombro, y su yugo de tu cerviz, y el yugo se pudrirá a causa de la unción.

28 Vino hasta Ajat, pasó hasta Migrón; en Micmas contará su ejército. 29 Pasaron el vado; se alojaron en Geba; Ramá tembló; Gabaa de Saúl huyó. 30 Grita en alta voz, hija de Galim; haz que se oiga hacia Lais, pobrecilla Anatot. 31 Madmena se alborotó; los moradores de Gebim huyen. 32 Aún vendrá día cuando reposará en Nob; alzará su mano al monte de la hija de Sion, al collado de Jerusalén. 33 He aquí el Señor, Jehová de los ejércitos, desgajará el ramaje con violencia, y los árboles de gran altura serán cortados, y los altos serán humillados. 34 Y cortará con hierro la espesura del bosque, y el Líbano caerá con estruendo.

Nos ha nacido un niño

A pesar de todo, no habrá más penumbra para la que estuvo angustiada. En el pasado Dios humilló a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pero en el futuro honrará a Galilea de los gentiles, desde el Camino del Mar, al otro lado del Jordán.

El pueblo que andaba en la oscuridad
    ha visto una gran luz;
sobre los que vivían en tierra de sombra de muerte[a]
    una luz ha resplandecido.
Tú has hecho que la nación crezca;
    has aumentado su alegría.
Y se alegran ellos en tu presencia
    como cuando recogen la cosecha,
    como cuando reparten el botín.
Ciertamente tú has quebrado,
    como en la derrota de Madián,
el yugo que los oprimía,
    la barra que pesaba sobre sus hombros,
    el bastón de mando que los subyugaba.
Todas las botas guerreras que resonaron en la batalla
    y toda la ropa teñida en sangre
serán arrojadas al fuego,
    serán consumidas por las llamas.
Porque nos ha nacido un niño,
    se nos ha concedido un hijo;
    la soberanía reposará sobre sus hombros
y se le darán estos nombres:
    Consejero Admirable, Dios Fuerte,
    Padre Eterno, Príncipe de Paz.
Se extenderán su soberanía y su paz
    y no tendrán fin.
Gobernará sobre el trono de David
    y sobre su reino,
para establecerlo y sostenerlo
    con justicia y rectitud
    desde ahora y para siempre.
Esto lo llevará a cabo
    el celo del Señor de los Ejércitos.

El enojo del Señor contra Israel

El Señor ha enviado su palabra;
    la ha enviado contra Jacob,
    ¡ya cae sobre Israel!
De esto se entera todo el pueblo
    —Efraín y los habitantes de Samaria—,
todos los que dicen con orgullo
    y piensan con arrogancia:
10 «Si se caen los ladrillos,
    reconstruiremos con piedra tallada;
si se caen las vigas de higuera,
    las repondremos con vigas de cedro».
11 Pero el Señor ha fortalecido a los adversarios de Rezín;
    ha incitado a sus enemigos.
12 Los arameos en el este y los filisteos en el oeste
    se comieron a Israel de un solo bocado.

A pesar de todo esto, la ira de Dios no se ha aplacado;
    su mano aún sigue extendida.

13 Pero el pueblo no volvió al que lo ha castigado;
    no ha buscado al Señor de los Ejércitos.
14 Por eso en un mismo día el Señor cortará a Israel la cabeza y la cola,
    la palmera y el junco.
15 La cabeza son los jefes y la gente de alto rango;
    la cola son los profetas, maestros de mentiras.
16 Los guías de este pueblo lo han extraviado;
    los que se dejan guiar son confundidos.
17 Por eso no se complacerá el Señor en los jóvenes;
    tampoco se apiadará de huérfanos y viudas,
porque todos ellos son impíos y malvados;
    sus labios profieren necedades.

A pesar de todo esto, la ira de Dios no se ha aplacado;
    su mano aún sigue extendida.

18 Porque la maldad arde como un fuego
    que consume espinos y cardos,
que incendia la espesura del bosque
    y sube luego, como torbellino, en una columna de humo.
19 Por la ira del Señor de los Ejércitos
    arderá en fuego la tierra.
Y el pueblo será el combustible:
    ¡Nadie se compadecerá de su hermano!
20 Unos comerán lo que esté a su mano derecha,
    pero se quedarán con hambre;
otros comerán lo que esté a su izquierda,
    pero no quedarán satisfechos.
    ¡Se comerán a sus propios hijos![b]
21 Manasés se comerá a Efraín y Efraín a Manasés;
    entonces los dos juntos atacarán a Judá.

A pesar de todo esto,
    la ira de Dios no se ha aplacado;
    su mano aún sigue extendida.

10 ¡Ay de los que emiten estatutos injustos
    y publican edictos opresivos!
Privan de sus derechos a los pobres
    y no les hacen justicia a los oprimidos de mi pueblo;
hacen de las viudas su presa
    y saquean a los huérfanos.
¿Qué van a hacer cuando deban rendir cuentas,
    cuando llegue desde lejos la tormenta?
¿A quién acudirán en busca de ayuda?
    ¿En dónde dejarán sus riquezas?
No les quedará más remedio que humillarse entre los cautivos
    o morir entre los masacrados.

A pesar de todo esto,
    la ira de Dios no se ha aplacado;
    su mano aún sigue extendida.

Juicio de Dios sobre Asiria

«¡Ay de Asiria, vara de mi ira!
    ¡El garrote de mi enojo está en su mano!
Lo envío contra una nación impía,
    lo mando contra un pueblo que me enfurece,
para saquearlo y despojarlo,
    para pisotearlo como al barro de las calles.
Pero esto Asiria no se lo propuso;
    ¡ni siquiera lo pensó!
Solo busca destruir
    y aniquilar a muchas naciones.
Pues dice: “¿Acaso no son reyes todos mis comandantes?
    ¿No es Calnó como Carquemis?
¿No es Jamat como Arfad
    y Samaria como Damasco?
10 Así como alcanzó mi mano a los reinos de los ídolos,
    reinos cuyas imágenes superaban a las de Jerusalén y de Samaria,
11 y así como hice con Samaria y sus dioses,
    también haré con Jerusalén y sus ídolos”».

12 Cuando el Señor termine lo que va a hacer contra el monte Sión y contra Jerusalén, él dirá: «Castigaré el fruto del orgulloso corazón del rey de Asiria y la arrogancia de sus ojos. 13 Porque afirma:

»“Esto lo hizo el poder de mi mano;
    lo hizo mi sabiduría porque soy inteligente.
He cambiado las fronteras de los pueblos,
    he saqueado sus tesoros;
    como un guerrero poderoso he derribado a sus reyes.
14 Como quien mete la mano en un nido,
    me he adueñado de la riqueza de los pueblos;
como quien recoge huevos abandonados,
    me he apoderado de toda la tierra;
y no hubo nadie que aleteara
    ni abriera el pico para piar”».

15 ¿Puede acaso gloriarse el hacha más que el que la maneja
    o jactarse la sierra contra quien la usa?
¡Como si pudiera el bastón manejar a quien lo tiene en la mano
    o la frágil vara pudiera levantar a quien pesa más que la madera!
16 Por eso enviará el Señor,
    el Señor de los Ejércitos,
una enfermedad devastadora
    sobre sus robustos guerreros.
En vez de honrarlos, les prenderá fuego,
    un fuego como de llama ardiente.
17 La Luz de Israel se convertirá en fuego;
    su Santo se volverá una llama.
En un solo día quemará sus espinos
    y consumirá sus zarzas.
18 Destruirá de extremo a extremo
    el esplendor de sus bosques y de sus huertos,
    como enfermo carcomido por la plaga.
19 Tan pocos árboles quedarán en su bosque
    que hasta un niño podrá contarlos.

El remanente de Israel

20 En aquel día ni el remanente de Israel
    ni los sobrevivientes del pueblo de Jacob
volverán a apoyarse
    en quien los hirió de muerte,
sino que su apoyo verdadero
    será el Señor, el Santo de Israel.
21 Y un remanente volverá;[c]
    un remanente de Jacob volverá al Dios Fuerte.
22 Israel, aunque tu pueblo sea como la arena del mar,
    solo un remanente volverá.
Se ha decretado destrucción,
    abrumadora justicia.
23 Porque el Señor, el Señor de los Ejércitos,
    ejecutará la destrucción decretada contra todo el país.

24 Por eso, así dice el Señor, el Señor de los Ejércitos:

«Pueblo mío que vives en Sión,
    no tengas temor de Asiria,
aunque te golpee con el bastón
    y contra ti levante una vara, como lo hizo Egipto.
25 Dentro de muy poco tiempo
    mi indignación contra ti llegará a su fin y mi ira destruirá a tus enemigos».

26 Con un látigo los azotará el Señor de los Ejércitos,
    como cuando abatió a Madián en la roca de Oreb;
levantará sobre el mar su vara,
    como lo hizo en Egipto.
27 En aquel día
    esa carga se te quitará de los hombros
y, a causa de la gordura,
    se romperá el yugo que llevas en el cuello.

28 Llega el enemigo hasta Ayat,
    pasa por Migrón
    y deja en Micmás su equipaje.
29 Cruza el paso y dice:
    «Acamparemos en Gueba».
Ramá se pone a temblar,
    y huye Guibeá, ciudad de Saúl.
30 ¡Clama a gritos, hija de Galín!
    ¡Escucha, Lais!
    ¡Pobre Anatot!
31 Se ha puesto en fuga Madmena;
    los habitantes de Guebín buscan refugio.
32 Hoy mismo se detendrá en Nob;
    agitará su puño contra el monte
de la ciudad de Sión,
    el monte de Jerusalén.

33 ¡Miren! El Señor, el Señor de los Ejércitos,
    desgaja las ramas con fuerza increíble.
Los árboles más altos son talados;
    los más elevados son abatidos.
34 Derriba con un hacha la espesura del bosque
    y el esplendor del Líbano se viene abajo.

Footnotes

  1. 9:2 O tierra de profunda oscuridad.
  2. 9:20 a sus propios hijos. Lit. la carne de su brazo.
  3. 10:21 un remanente volverá. Véase nota en 7:3.