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Jehová respondió a Moisés: Ahora verás lo que yo haré a Faraón; porque con mano fuerte los dejará ir, y con mano fuerte los echará de su tierra. Habló todavía Dios a Moisés, y le dijo: Yo soy JEHOVÁ. Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente,(A) mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos. También establecí mi pacto con ellos, de darles la tierra de Canaán, la tierra en que fueron forasteros, y en la cual habitaron. Asimismo yo he oído el gemido de los hijos de Israel, a quienes hacen servir los egipcios, y me he acordado de mi pacto. Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy JEHOVÁ; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes; y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto. Y os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y yo os la daré por heredad. Yo JEHOVÁ.

De esta manera habló Moisés a los hijos de Israel; pero ellos no escuchaban a Moisés a causa de la congoja de espíritu, y de la dura servidumbre. 10 Y habló Jehová a Moisés, diciendo: 11 Entra y habla a Faraón rey de Egipto, que deje ir de su tierra a los hijos de Israel. 12 Y respondió Moisés delante de Jehová: He aquí, los hijos de Israel no me escuchan; ¿cómo, pues, me escuchará Faraón, siendo yo torpe de labios? 13 Entonces Jehová habló a Moisés y a Aarón y les dio mandamiento para los hijos de Israel, y para Faraón rey de Egipto, para que sacasen a los hijos de Israel de la tierra de Egipto.

14 Estos son los jefes de las familias de sus padres: Los hijos de Rubén, el primogénito de Israel: Hanoc, Falú, Hezrón y Carmi; estas son las familias de Rubén. 15 Los hijos de Simeón: Jemuel, Jamín, Ohad, Jaquín, Zohar, y Saúl hijo de una cananea. Estas son las familias de Simeón. 16 Estos son los nombres de los hijos de Leví por sus linajes: Gersón, Coat y Merari. Y los años de la vida de Leví fueron ciento treinta y siete años. 17 Los hijos de Gersón: Libni y Simei, por sus familias. 18 Y los hijos de Coat: Amram, Izhar, Hebrón y Uziel. Y los años de la vida de Coat fueron ciento treinta y tres años. 19 Y los hijos de Merari: Mahli y Musi. Estas son las familias de Leví por sus linajes.(B) 20 Y Amram tomó por mujer a Jocabed su tía, la cual dio a luz a Aarón y a Moisés. Y los años de la vida de Amram fueron ciento treinta y siete años. 21 Los hijos de Izhar: Coré, Nefeg y Zicri. 22 Y los hijos de Uziel: Misael, Elzafán y Sitri. 23 Y tomó Aarón por mujer a Elisabet hija de Aminadab, hermana de Naasón; la cual dio a luz a Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. 24 Los hijos de Coré: Asir, Elcana y Abiasaf. Estas son las familias de los coreítas. 25 Y Eleazar hijo de Aarón tomó para sí mujer de las hijas de Futiel, la cual dio a luz a Finees. Y estos son los jefes de los padres de los levitas por sus familias.

26 Este es aquel Aarón y aquel Moisés, a los cuales Jehová dijo: Sacad a los hijos de Israel de la tierra de Egipto por sus ejércitos. 27 Estos son los que hablaron a Faraón rey de Egipto, para sacar de Egipto a los hijos de Israel. Moisés y Aarón fueron estos.

28 Cuando Jehová habló a Moisés en la tierra de Egipto, 29 entonces Jehová habló a Moisés, diciendo: Yo soy JEHOVÁ; di a Faraón rey de Egipto todas las cosas que yo te digo a ti. 30 Y Moisés respondió delante de Jehová: He aquí, yo soy torpe de labios; ¿cómo, pues, me ha de oír Faraón?

Jehová dijo a Moisés: Mira, yo te he constituido dios para Faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta. Tú dirás todas las cosas que yo te mande, y Aarón tu hermano hablará a Faraón, para que deje ir de su tierra a los hijos de Israel. Y yo endureceré el corazón de Faraón, y multiplicaré en la tierra de Egipto mis señales y mis maravillas.(C) Y Faraón no os oirá; mas yo pondré mi mano sobre Egipto, y sacaré a mis ejércitos, mi pueblo, los hijos de Israel, de la tierra de Egipto, con grandes juicios. Y sabrán los egipcios que yo soy Jehová, cuando extienda mi mano sobre Egipto, y saque a los hijos de Israel de en medio de ellos. E hizo Moisés y Aarón como Jehová les mandó; así lo hicieron. Era Moisés de edad de ochenta años, y Aarón de edad de ochenta y tres, cuando hablaron a Faraón.

La vara de Aarón

Habló Jehová a Moisés y a Aarón, diciendo: Si Faraón os respondiere diciendo: Mostrad milagro; dirás a Aarón: Toma tu vara, y échala delante de Faraón, para que se haga culebra. 10 Vinieron, pues, Moisés y Aarón a Faraón, e hicieron como Jehová lo había mandado. Y echó Aarón su vara delante de Faraón y de sus siervos, y se hizo culebra. 11 Entonces llamó también Faraón sabios y hechiceros, e hicieron también lo mismo los hechiceros de Egipto con sus encantamientos; 12 pues echó cada uno su vara, las cuales se volvieron culebras; mas la vara de Aarón devoró las varas de ellos. 13 Y el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como Jehová lo había dicho.

La plaga de sangre

14 Entonces Jehová dijo a Moisés: El corazón de Faraón está endurecido, y no quiere dejar ir al pueblo. 15 Ve por la mañana a Faraón, he aquí que él sale al río; y tú ponte a la ribera delante de él, y toma en tu mano la vara que se volvió culebra, 16 y dile: Jehová el Dios de los hebreos me ha enviado a ti, diciendo: Deja ir a mi pueblo, para que me sirva en el desierto; y he aquí que hasta ahora no has querido oír. 17 Así ha dicho Jehová: En esto conocerás que yo soy Jehová: he aquí, yo golpearé con la vara que tengo en mi mano el agua que está en el río, y se convertirá en sangre.(D) 18 Y los peces que hay en el río morirán, y hederá el río, y los egipcios tendrán asco de beber el agua del río. 19 Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón: Toma tu vara, y extiende tu mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus ríos, sobre sus arroyos y sobre sus estanques, y sobre todos sus depósitos de aguas, para que se conviertan en sangre, y haya sangre por toda la región de Egipto, así en los vasos de madera como en los de piedra.

20 Y Moisés y Aarón hicieron como Jehová lo mandó; y alzando la vara golpeó las aguas que había en el río, en presencia de Faraón y de sus siervos; y todas las aguas que había en el río se convirtieron en sangre. 21 Asimismo los peces que había en el río murieron; y el río se corrompió, tanto que los egipcios no podían beber de él. Y hubo sangre por toda la tierra de Egipto. 22 Y los hechiceros de Egipto hicieron lo mismo con sus encantamientos; y el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó; como Jehová lo había dicho. 23 Y Faraón se volvió y fue a su casa, y no dio atención tampoco a esto. 24 Y en todo Egipto hicieron pozos alrededor del río para beber, porque no podían beber de las aguas del río. 25 Y se cumplieron siete días después que Jehová hirió el río.

El Señor respondió:

—Ahora verás lo que voy a hacer con el faraón. Realmente, solo por mi mano poderosa va a dejar que se vayan; solo por mi mano poderosa va a echarlos de su país.

En otra ocasión, Dios habló con Moisés y dijo: «Yo soy el Señor. Me aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob bajo el nombre de Dios Todopoderoso, pero no les revelé mi verdadero nombre, que es el Señor.[a] También con ellos confirmé mi pacto de darles la tierra de Canaán, donde residieron como forasteros. He oído además el quejido de los israelitas, a quienes los egipcios han esclavizado, y he recordado mi pacto.

»Así que ve y di a los israelitas: “Yo soy el Señor, y voy a quitarles de encima la opresión de los egipcios. Voy a librarlos de su esclavitud; voy a liberarlos con gran despliegue de poder y con grandes actos de justicia. Haré de ustedes mi pueblo y yo seré su Dios. Así sabrán que yo soy el Señor su Dios, que los libró de la opresión de los egipcios. Y los llevaré a la tierra que juré solemnemente con la mano en alto dar a Abraham, Isaac y Jacob. Yo, el Señor, les daré a ustedes posesión de ella”».

Moisés dio a conocer esto a los israelitas, pero por su desánimo y las penurias de su esclavitud ellos no hicieron caso.

10 Entonces el Señor habló con Moisés y dijo:

11 —Ve y habla con el faraón, el rey de Egipto. Dile que deje salir de su país a los israelitas.

12 Pero Moisés respondió al Señor:

—¿Y cómo va a hacerme caso el faraón si ni siquiera los israelitas me creen? Además, no tengo facilidad de palabra.[b]

Descendientes de Rubén, Simeón y Leví

13 En otra ocasión el Señor habló con Moisés y Aarón acerca de los israelitas y del faraón, rey egipcio, y les ordenó sacar de Egipto a los israelitas.

14 Estos fueron los jefes de las familias patriarcales:

Los hijos de Rubén, primogénito de Israel:

Janoc, Falú, Jezrón y Carmí.

Estos fueron los clanes de Rubén.

15 Los hijos de Simeón:

Jemuel, Jamín, Oad, Jaquín, Zojar y Saúl, hijo de la cananea.

Estos fueron los clanes de Simeón.

16 Según los registros familiares, estos son los nombres de los hijos de Leví, quien vivió ciento treinta y siete años:

Guersón, Coat y Merari.

17 Los hijos de Guersón, según sus clanes:

Libní y Simí.

18 Los hijos de Coat, quien vivió ciento treinta y tres años:

Amirán, Izar, Hebrón y Uziel.

19 Los hijos de Merari:

Majlí y Musí.

Estos fueron los clanes de Leví, según sus registros familiares.

20 Amirán, que vivió ciento treinta y siete años, se casó con su tía Jocabed, la cual le dio dos hijos, Aarón y Moisés.

21 Los hijos de Izar:

Coré, Néfeg y Zicrí.

22 Los hijos de Uziel:

Misael, Elzafán y Sitri.

23 Aarón se casó con Elisabet, hija de Aminadab y hermana de Naasón, y ella le dio cuatro hijos: Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar.

24 Los hijos de Coré:

Asir, Elcaná y Abiasaf.

Estos fueron los clanes de Coré.

25 Eleazar, hijo de Aarón, se casó con una de las hijas de Futiel, la cual le dio un hijo, Finés.

Estos fueron los jefes de los clanes levitas en orden de familias.

26 Aarón y Moisés son los mismos a quienes el Señor mandó que sacaran de Egipto a los israelitas, ordenados en escuadrones. 27 Son ellos quienes hablaron con el faraón, rey egipcio, en cuanto a sacar de Egipto a los israelitas.

Aarón, vocero de Moisés

28 Cuando el Señor habló con Moisés en Egipto, 29 le dijo:

—Yo soy el Señor. Habla con el faraón, rey de Egipto, y comunícale todo lo que yo te diga.

30 Pero Moisés respondió al Señor:

—¿Y cómo va a hacerme caso el faraón si yo no tengo facilidad de palabra?

—Toma en cuenta —dijo el Señor a Moisés—, que te pongo por Dios ante el faraón. Tu hermano Aarón será tu profeta. Tu obligación es decir todo lo que yo te ordene que digas; tu hermano Aarón, por su parte, pedirá al faraón que deje salir de su país a los israelitas. Yo endureceré el corazón del faraón y, aunque haré muchas señales milagrosas y prodigios en Egipto, él no les hará caso. Entonces descargaré mi poder sobre Egipto; ¡con grandes actos de justicia sacaré de allí a los escuadrones de mi pueblo, los israelitas! Y cuando yo despliegue mi poder contra Egipto y saque de allí a los israelitas, sabrán los egipcios que yo soy el Señor.

Moisés y Aarón cumplieron al pie de la letra las órdenes del Señor. Cuando hablaron con el faraón, Moisés tenía ochenta años y Aarón ochenta y tres.

La vara de Moisés

El Señor dijo a Moisés y a Aarón: «Cuando el faraón les pida que hagan un milagro, dirás a Aarón que tome la vara y la tire al suelo ante el faraón. Así la vara se convertirá en serpiente».

10 Moisés y Aarón fueron a ver al faraón y cumplieron las órdenes del Señor. Aarón tiró su vara al suelo ante el faraón y sus funcionarios, y la vara se convirtió en serpiente. 11 Pero el faraón llamó a los sabios y hechiceros y, mediante sus artes secretas, también los magos egipcios hicieron lo mismo: 12 Cada uno de ellos tiró su vara al suelo y cada vara se convirtió en una serpiente. Sin embargo, la vara de Aarón se tragó las varas de todos ellos. 13 A pesar de esto, y tal como lo había advertido el Señor, el corazón del faraón se endureció y no les hizo caso.

La plaga de sangre

14 El Señor dijo a Moisés: «El corazón del faraón se ha endurecido y se niega a dejar salir al pueblo. 15 Ve a verlo por la mañana, cuando salga a bañarse. Espéralo a orillas del río Nilo y sal luego a su encuentro. No dejes de llevar la vara que se convirtió en serpiente. 16 Dile allí: “El Señor, Dios de los hebreos, me ha enviado a decirte: ‘¡Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto en el desierto!’. Como no has querido obedecer, 17 el Señor dice: ‘¡Ahora vas a saber que yo soy el Señor!’. Con esta vara que llevo en la mano voy a golpear las aguas del Nilo y el río se convertirá en sangre. 18 Morirán los peces que hay en el río; entonces el río apestará y los egipcios no podrán beber agua de allí”».

19 Dijo también el Señor a Moisés: «Dile a Aarón que tome su vara y extienda el brazo sobre las aguas de Egipto, para que se conviertan en sangre sus ríos y canales, sus lagunas y depósitos de agua. Habrá sangre por todo el territorio de Egipto, ¡hasta en las vasijas de madera y de piedra!».

20 Moisés y Aarón cumplieron las órdenes del Señor. En presencia del faraón y de sus funcionarios, Aarón levantó su vara y golpeó las aguas del Nilo. ¡Y toda el agua del río se convirtió en sangre! 21 Murieron los peces que había en el Nilo y tan mal olía el río que los egipcios no podían beber agua de allí. Por todo Egipto se veía sangre.

22 Sin embargo, mediante sus artes secretas los magos egipcios hicieron lo mismo, de modo que el corazón del faraón se endureció y, tal como el Señor lo había advertido, no hizo caso ni a Aarón ni a Moisés. 23 Como si nada hubiera pasado, se dio media vuelta y regresó a su palacio. 24 Mientras tanto, todos los egipcios hacían pozos a la orilla del Nilo en busca de agua potable, porque no podían beber el agua del río.

La plaga de ranas

25 Siete días pasaron después de que el Señor golpeó el Nilo.

Footnotes

  1. 6:3 Véase nota en 3:15.
  2. 6:12 no tengo facilidad de palabra. Lit. soy incircunciso de labios; también en v. 30.

Y el Señor le contestó:

—Ahora verás lo que voy a hacer con el faraón, porque sólo por la fuerza los dejará salir de su país; es más, él mismo les dirá que se vayan.

Dios vuelve a llamar a Moisés

Dios se dirigió a Moisés y le dijo:

—Yo soy EL SEÑOR. Me manifesté a Abraham, Isaac y Jacob con el nombre de Dios todopoderoso, pero no me di a conocer a ellos con mi verdadero nombre: EL SEÑOR. Hice además una alianza con ellos, y me comprometí a darles la tierra de Canaán, o sea la región en la que vivieron como extranjeros por algún tiempo. Y ahora que he sabido que los israelitas sufren, y que los egipcios los obligan a trabajar, me he acordado de mi alianza. Por lo tanto, ve a decir a los israelitas que yo, el Señor, voy a librarlos de su esclavitud y de los duros trabajos a que han sido sometidos por los egipcios. Desplegaré mi poder y los salvaré con grandes actos de justicia; los tomaré a ustedes como pueblo mío, y yo seré su Dios. Así sabrán que yo soy el Señor su Dios, que los libró de los duros trabajos a que habían sido sometidos por los egipcios. Los llevaré al país que prometí dar a Abraham, Isaac y Jacob, y que les daré a ustedes en propiedad. Yo soy el Señor.

Moisés les repitió esto a los israelitas, pero ellos no le hicieron caso, pues estaban muy desanimados por lo duro de su esclavitud. 10 Entonces el Señor le dijo a Moisés:

11 —Ve a decirle al faraón que deje salir de Egipto a los israelitas.

12 Pero Moisés le contestó al Señor:

—Ni siquiera los israelitas me hacen caso; ¿y cómo me va a hacer caso el faraón, si yo soy tan torpe para hablar?

13 Entonces el Señor mandó a Moisés y Aarón que dijeran a los israelitas y al faraón, que tenían órdenes precisas de sacar de Egipto a los israelitas.

Lista de antepasados de Aarón y de Moisés

14 Éstos son los jefes de familia, por parte de sus padres.

Los hijos de Rubén, el hijo mayor de Israel, fueron: Hanoc, Falú, Hesrón y Carmí. Éstos son los clanes de Rubén.

15 Los hijos de Simeón fueron: Jemuel, Jamín, Óhad, Jaquín, Sóhar y Saúl, que fue hijo de una cananea. Éstos son los clanes de Simeón.

16 Leví vivió ciento treinta y siete años. Éstos son los nombres de sus hijos, de mayor a menor: Guersón, Quehat y Merarí. 17 Los hijos de Guersón, en orden de clanes, fueron: Libní y Simí. 18 Quehat vivió ciento treinta y tres años, y sus hijos fueron: Amram, Ishar, Hebrón y Uziel. 19 Los hijos de Merarí fueron: Mahli y Musí. Éstos son los clanes de Leví, de mayor a menor.

20 Amram se casó con su tía Jocabed, que dio a luz a Aarón y a Moisés. Amram vivió ciento treinta y siete años.

21 Los hijos de Ishar fueron: Coré, Néfeg y Zicrí.

22 Los hijos de Uziel fueron: Misael, Elsafán y Sitrí.

23 Aarón se casó con Eliseba, que era hija de Aminadab y hermana de Nahasón, y que dio a luz a Nadab, Abihú, Eleazar e Itamar.

24 Los hijos de Coré fueron Asir, Elcaná y Abiasaf. Éstos son los clanes de los coreítas.

25 Eleazar, uno de los hijos de Aarón, se casó con una de las hijas de Futiel, la cual dio a luz a Finees. Éstos son los jefes de familia de los levitas, en orden de clanes.

26 Éstos son los mismos Aarón y Moisés a los que el Señor les dijo que sacaran de Egipto a los israelitas, formados como un ejército. 27 Son los mismos Moisés y Aarón que hablaron con el faraón, rey de Egipto, para sacar de ese país a los israelitas.

Dios llama a Moisés y Aarón

28 El día que el Señor habló con Moisés en Egipto, 29 le dijo:

—Yo soy el Señor. Dile al faraón, rey de Egipto, todo lo que voy a decirte.

30 Pero Moisés le contestó:

—Señor, yo soy muy torpe para hablar, así que, ¿cómo va a hacerme caso el faraón?

Entonces el Señor le dijo a Moisés:

—Mira, voy a permitir que actúes en mi lugar ante el faraón, y que tu hermano Aarón hable por ti. Tú le dirás a Aarón todo lo que yo te ordene; luego él hablará con el faraón para que deje salir de su país a los israelitas. Pero yo voy a hacer que el faraón se ponga terco, y haré muchas señales y cosas asombrosas en Egipto. El faraón no les va a hacer caso a ustedes, pero yo descargaré mi poder sobre Egipto, y con grandes actos de justicia sacaré de allí a mis ejércitos, es decir, a mi pueblo, los israelitas. Y cuando haya mostrado mi poder sobre Egipto, y haya sacado de allí a los israelitas, los egipcios sabrán que yo soy el Señor.

Moisés y Aarón lo hicieron todo tal como el Señor se lo había ordenado. Moisés tenía ochenta años, y Aarón ochenta y tres, cuando hablaron con el faraón.

El bastón de Aarón

El Señor les dijo a Moisés y Aarón:

—Si el faraón les pide que hagan un milagro, le dirás a Aarón que tome su bastón y que lo arroje al suelo ante el faraón, para que se convierta en una serpiente.

10 Moisés y Aarón fueron a ver al faraón, e hicieron lo que el Señor había ordenado: Aarón arrojó su bastón al suelo delante del faraón y de sus funcionarios, y el bastón se convirtió en una serpiente. 11 El faraón, por su parte, mandó llamar a sus sabios y magos, los cuales con sus artes mágicas hicieron también lo mismo: 12 cada uno de ellos arrojó su bastón al suelo, y cada bastón se convirtió en una serpiente. Pero el bastón de Aarón se comió los bastones de los sabios y magos. 13 A pesar de eso, el faraón se puso terco y no les hizo caso, tal como el Señor lo había dicho.

La plaga de sangre

14 Después el Señor le dijo a Moisés:

—El faraón se ha puesto terco y no quiere dejar salir a los israelitas. 15 Pero mañana temprano irás a verlo, cuando él baje al río. Espéralo en la orilla, y lleva contigo el bastón que se convirtió en serpiente. 16 Allí le dirás: “El Señor, el Dios de los hebreos, me ha enviado a decirte: Deja ir a mi pueblo, para que me adore en el desierto. Pero hasta ahora no has hecho caso. 17 Por lo tanto, el Señor ha dicho: Ahora vas a saber que yo soy el Señor. Cuando yo golpee el agua del río con este bastón que tengo en la mano, el agua se convertirá en sangre. 18 Los peces morirán, y el río apestará tanto que los egipcios tendrán asco de beber de esa agua.”

19 Además, el Señor le dijo a Moisés:

—Dile a Aarón que tome su bastón y que extienda su brazo sobre los ríos, arroyos, lagunas y depósitos de agua de Egipto; sobre todo lo que tenga agua, para que se convierta en sangre. ¡Así habrá sangre hasta en los recipientes de madera y de piedra!

20 Moisés y Aarón hicieron lo que el Señor les había ordenado. Aarón levantó su bastón y golpeó el agua del río a la vista del faraón y de sus funcionarios, y toda el agua se convirtió en sangre. 21 Los peces murieron, y el río mismo apestaba tanto que los egipcios no podían beber agua de él. ¡Había sangre por todo Egipto!

22 Pero los magos egipcios hicieron lo mismo por medio de sus artes mágicas, así que el faraón se puso terco y no les hizo caso a Moisés y Aarón, tal como el Señor lo había dicho. 23 El faraón regresó a su palacio sin darle importancia a este asunto, 24 y todos los egipcios tuvieron que hacer pozos en las orillas del río para sacar agua limpia, pues el agua del río no se podía beber.

La plaga de ranas

25 Siete días después de que el Señor golpeara el agua del río,

El justo juicio de Dios

Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo;(A) porque tú que juzgas haces lo mismo. Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad. ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios? ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras:(B) vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, 10 pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego; 11 porque no hay acepción de personas para con Dios.(C)

12 Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán; y todos los que bajo la ley han pecado, por la ley serán juzgados; 13 porque no son los oidores de la ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la ley serán justificados. 14 Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, estos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, 15 mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, 16 en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.

Los judíos y la ley

17 He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y te apoyas en la ley, y te glorías en Dios, 18 y conoces su voluntad, e instruido por la ley apruebas lo mejor, 19 y confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas, 20 instructor de los indoctos, maestro de niños, que tienes en la ley la forma de la ciencia y de la verdad. 21 Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas? 22 Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio? 23 Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios? 24 Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros.(D)

25 Pues en verdad la circuncisión aprovecha, si guardas la ley; pero si eres transgresor de la ley, tu circuncisión viene a ser incircuncisión. 26 Si, pues, el incircunciso guardare las ordenanzas de la ley, ¿no será tenida su incircuncisión como circuncisión? 27 Y el que físicamente es incircunciso, pero guarda perfectamente la ley, te condenará a ti, que con la letra de la ley y con la circuncisión eres transgresor de la ley. 28 Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne; 29 sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios.

El justo juicio de Dios

Por tanto, no tienes excusa tú, quienquiera que seas, cuando juzgas a los demás, pues al juzgar a otros te condenas a ti mismo, ya que practicas las mismas cosas. Ahora bien, sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas se basa en la verdad. ¿Piensas entonces que vas a escapar del juicio de Dios, tú que juzgas a otros y sin embargo haces lo mismo que ellos? ¿No ves que desprecias las riquezas de la bondad de Dios, de su tolerancia y de su paciencia, al no reconocer que su bondad quiere llevarte al arrepentimiento?

Pero por tu obstinación y por tu corazón sin arrepentimiento sigues acumulando castigo contra ti mismo para el día de la ira, cuando Dios revelará su justo juicio. Porque Dios «pagará a cada uno según lo que merezcan sus obras».[a] Él dará vida eterna a los que, perseverando en las buenas obras, buscan gloria, honor e inmortalidad. Pero los que por egoísmo rechazan la verdad para aferrarse a la maldad recibirán ira y enojo de Dios. Habrá sufrimiento y angustia para todos los que hacen el mal, los judíos primeramente y también los que no son judíos; 10 pero gloria, honor y paz para todos los que hacen el bien, los judíos primeramente y también los que no son judíos. 11 Porque con Dios no hay favoritismos.

12 Todos los que han pecado sin conocer la Ley también perecerán sin la Ley; y todos los que han pecado conociendo la Ley por la Ley serán juzgados. 13 Porque Dios no considera justos a los que oyen la Ley, sino a los que la cumplen. 14 De hecho, cuando los no judíos, que no tienen la Ley, cumplen por naturaleza lo que la Ley exige,[b] ellos son Ley para sí mismos, aunque no tengan la Ley. 15 Estos muestran que llevan escrito en el corazón[c] lo que la Ley exige, como lo atestigua su conciencia, pues sus propios pensamientos algunas veces los acusan y otras veces los excusan. 16 Así sucederá el día en que, por medio de Jesucristo, Dios juzgará los secretos de toda persona, como lo declara mi evangelio.

Los judíos y la Ley

17 Ahora bien, tú que llevas el nombre de judío, que dependes de la Ley y te jactas de tu relación con Dios; 18 que conoces su voluntad y sabes discernir lo que es mejor porque eres instruido por la Ley; 19 que estás convencido de ser guía de los ciegos y luz de los que están en la oscuridad, 20 instructor de los ignorantes, maestro de los sencillos, pues tienes en la Ley la esencia misma del conocimiento y de la verdad; 21 en fin, tú que enseñas a otros, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas contra el robo, ¿robas? 22 Tú que dices que no se debe cometer adulterio, ¿adulteras? Tú que aborreces a los ídolos, ¿robas de sus templos? 23 Tú que te jactas de la Ley, ¿deshonras a Dios quebrantando la Ley? 24 Así está escrito: «Por causa de ustedes se blasfema el nombre de Dios entre los no judíos».[d]

25 La circuncisión tiene valor si observas la Ley; pero si la quebrantas, vienes a ser como un incircunciso. 26 Por lo tanto, si los no judíos cumplen[e] los requisitos de la Ley, ¿no se les considerará como si estuvieran circuncidados? 27 El que no está físicamente circuncidado, pero obedece la Ley, te condenará a ti que, a pesar de tener el mandamiento escrito[f] y la circuncisión, quebrantas la Ley.

28 Lo exterior no hace a nadie judío ni consiste la circuncisión en una señal en el cuerpo. 29 El verdadero judío lo es interiormente; y la circuncisión es la del corazón, la que realiza el Espíritu, no el mandamiento escrito. Al que es judío así, lo alaba Dios y no la gente.

Footnotes

  1. 2:6 Sal 62:12; Pr 24:12.
  2. 2:14 que no tienen … exige. Alt. que por naturaleza no tienen la Ley, cumplen lo que la Ley exige.
  3. 2:15 corazón. En la Biblia se usa para designar el asiento de las emociones, pensamientos y voluntad, es decir, el proceso de toma de decisiones del ser humano.
  4. 2:24 Is 52:5; Ez 36:22.
  5. 2:26 si … cumplen. Lit. si la incircuncisión guarda.
  6. 2:27 el mandamiento escrito. Lit. la letra; también en v. 29.

Dios juzga conforme a la verdad

Por eso no tienes disculpa, tú que juzgas a otros, no importa quién seas. Al juzgar a otros te condenas a ti mismo, pues haces precisamente lo mismo que hacen ellos. Pero sabemos que Dios juzga conforme a la verdad cuando condena a los que así se portan. En cuanto a ti, que juzgas a otros y haces lo mismo que ellos, no creas que vas a escapar de la condenación de Dios. Tú desprecias la inagotable bondad, tolerancia y paciencia de Dios, sin darte cuenta de que es precisamente su bondad la que te está llevando a convertirte a él. Pero tú, como eres terco y no has querido volverte a Dios, estás amontonando castigo sobre ti mismo para el día del castigo, cuando Dios se manifestará para dictar su justa sentencia y pagar a cada uno conforme a lo que haya hecho. Dará vida eterna a quienes, buscando gloria, honor e inmortalidad, perseveraron en hacer lo bueno; pero castigará con enojo a los rebeldes, es decir, a los que están en contra de la verdad y a favor de la maldad. Habrá sufrimiento y angustia para todos los que hacen lo malo, para los judíos en primer lugar, pero también para los que no lo son. 10 En cambio, Dios dará gloria, honor y paz a todos los que hacen lo bueno, a los judíos en primer lugar, pero también a los que no lo son. 11 Porque Dios juzga imparcialmente.

La ley de Moisés

12 Todos los que pecan sin haber tenido la ley de Moisés, perecerán sin esa ley; y los que pecan a pesar de tener la ley de Moisés, por medio de esa misma ley serán juzgados. 13 Pues no son justos ante Dios los que solamente oyen la ley, sino los que la obedecen. 14 Porque cuando los que no son judíos ni tienen la ley hacen por naturaleza lo que la ley manda, ellos mismos son su propia ley, 15 pues muestran por su conducta que llevan la ley escrita en el corazón. Su propia conciencia lo comprueba, y sus propios pensamientos los acusarán o los defenderán 16 el día en que Dios juzgará los secretos de todos por medio de Cristo Jesús, conforme al evangelio que yo anuncio.

17 Tú te llamas judío, confías en la ley de Moisés, y estás orgulloso de tu Dios. 18 Conoces su voluntad, y la ley te enseña a escoger lo mejor. 19 Estás convencido de que puedes guiar a los ciegos y alumbrar a los que andan en la oscuridad; 20 de que puedes instruir a los ignorantes y orientar a los sencillos, ya que en la ley tienes la regla del conocimiento y de la verdad. 21 Pues bien, si enseñas a otros, ¿por qué no te enseñas a ti mismo? Si predicas que no se debe robar, ¿por qué robas? 22 Si dices que no se debe cometer adulterio, ¿por qué lo cometes? Si odias a los ídolos, ¿por qué robas las riquezas de sus templos? 23 Te glorías de la ley, pero deshonras a Dios porque la desobedeces. 24 Con razón dice la Escritura: «Los paganos ofenden a Dios por culpa de ustedes.»

25 Es cierto que, a quien obedece a la ley de Moisés, la circuncisión le sirve de algo; pero si no la obedece, es como si no estuviera circuncidado. 26 En cambio, si el que no está circuncidado se porta según lo que la ley ordena, se le considerará circuncidado aun cuando no lo esté. 27 El que obedece a la ley, aunque no esté circuncidado en su cuerpo, juzgará a aquel que, a pesar de tener la ley y de estar circuncidado, no la obedece. 28 Porque ser judío no es serlo solamente por fuera, y estar circuncidado no es estarlo solamente por fuera, en el cuerpo. 29 El verdadero judío lo es interiormente, y el estar circuncidado es cosa del corazón: no depende de reglas escritas, sino del Espíritu. El que es así, resulta aprobado, no por los hombres, sino por Dios.