Add parallel Print Page Options

»¡Huyan de Babilonia! ¡Sálvese quien pueda!
¡No mueran por causa del pecado de ella!
Ésta es la hora de mi venganza,
y le pagaré como merece.
Babilonia era en mi mano una copa de oro
que embriagaba a todo el mundo.
Las naciones bebían de ese vino
y perdían el sentido.
Pero de pronto Babilonia cayó hecha pedazos.
¡Pónganse a llorar por ella!
Traigan remedios para sus heridas,
a ver si se cura.»

Read full chapter