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Y RESPONDIO Bildad Suhita, y dijo:

¿Hasta cuándo hablarás tales cosas, Y las palabras de tu boca serán como un viento fuerte?

¿Acaso pervertirá Dios el derecho, O el Todopoderoso pervertirá la justicia?

Si tus hijos pecaron contra él, El los echó en el lugar de su pecado.

Si tú de mañana buscares á Dios, Y rogares al Todopoderoso;

Si fueres limpio y derecho, Cierto luego se despertará sobre ti, Y hará próspera la morada de tu justicia.

Y tu principio habrá sido pequeño, Y tu postrimería acrecerá en gran manera.

Porque pregunta ahora á la edad pasada, Y disponte para inquirir de sus padres de ellos;

Pues nosotros somos de ayer, y no sabemos, Siendo nuestros días sobre la tierra como sombra.

10 ¿No te enseñarán ellos, te dirán, Y de su corazón sacarán palabras?

11 ¿Crece el junco sin lodo? ¿Crece el prado sin agua?

12 Aun él en su verdor no será cortado, Y antes de toda hierba se secará.

13 Tales son los caminos de todos los que olvidan á Dios: Y la esperanza del impío perecerá:

14 Porque su esperanza será cortada, Y su confianza es casa de araña.

15 Apoyaráse él sobre su casa, mas no permanecerá en pie; Atendráse á ella, mas no se afirmará.

16 A manera de un árbol, está verde delante del sol, Y sus renuevos salen sobre su huerto;

17 Vanse entretejiendo sus raíces junto á una fuente, Y enlazándose hasta un lugar pedregoso.

18 Si le arrancaren de su lugar, Este negarále entonces, diciendo: Nunca te vi.

19 Ciertamente éste será el gozo de su camino; Y de la tierra de donde se traspusiere, nacerán otros.

20 He aquí, Dios no aborrece al perfecto, Ni toma la mano de los malignos.

21 Aun henchirá tu boca de risa, Y tus labios de júbilo.

22 Los que te aborrecen, serán vestidos de confusión; Y la habitación de los impíos perecerá.

Y RESPONDIO Job, y dijo:

Ciertamente yo conozco que es así: ¿Y cómo se justificará el hombre con Dios?

Si quisiere contender con él, No le podrá responder á una cosa de mil.

El es sabio de corazón, y poderoso en fortaleza, ¿Quién se endureció contra él, y quedó en paz?

Que arranca los montes con su furor, Y no conocen quién los trastornó:

Que remueve la tierra de su lugar, Y hace temblar sus columnas:

Que manda al sol, y no sale; Y sella las estrellas:

El que extiende solo los cielos, Y anda sobre las alturas de la mar:

El que hizo el Arcturo, y el Orión, y las Pléyadas, Y los lugares secretos del mediodía:

10 El que hace cosas grandes é incomprensibles, Y maravillosas, sin número.

11 He aquí que él pasará delante de mí, y yo no lo veré; Y pasará, y no lo entenderé.

12 He aquí, arrebatará; ¿quién le hará restituir? ¿Quién le dirá, Qué haces?

13 Dios no tornará atrás su ira, Y debajo de él se encorvan los que ayudan á los soberbios.

14 ¿Cuánto menos le responderé yo, Y hablaré con él palabras estudiadas?

15 Que aunque fuese yo justo, no responderé; Antes habré de rogar á mi juez.

16 Que si yo le invocase, y él me respondiese, Aun no creeré que haya escuchado mi voz.

17 Porque me ha quebrado con tempestad, Y ha aumentado mis heridas sin causa.

18 No me ha concedido que tome mi aliento; Mas hame hartado de amarguras.

19 Si habláremos de su potencia, fuerte por cierto es; Si de juicio, ¿quién me emplazará?

20 Si yo me justificare, me condenará mi boca; Si me dijere perfecto, esto me hará inicuo.

21 Bien que yo fuese íntegro, no conozco mi alma: Reprocharé mi vida.

22 Una cosa resta que yo diga: Al perfecto y al impío él los consume.

23 Si azote mata de presto, Ríese de la prueba de los inocentes.

24 La tierra es entregada en manos de los impíos, Y él cubre el rostro de sus jueces. Si no es él, ¿quién es? ¿dónde está?

25 Mis días han sido más ligeros que un correo; Huyeron, y no vieron el bien.

26 Pasaron cual navíos veloces: Como el águila que se arroja á la comida.

27 Si digo: Olvidaré mi queja, Dejaré mi aburrimiento, y esforzaréme:

28 Contúrbanme todos mis trabajos; Sé que no me darás por libre.

29 Yo soy impío, ¿Para qué trabajaré en vano?

30 Aunque me lave con aguas de nieve, Y limpie mis manos con la misma limpieza,

31 Aun me hundirás en el hoyo, Y mis propios vestidos me abominarán.

32 Porque no es hombre como yo, para que yo le responda, Y vengamos juntamente á juicio.

33 No hay entre nosotros árbitro Que ponga su mano sobre nosotros ambos.

34 Quite de sobre mí su vara, Y su terror no me espante.

35 Entonces hablaré, y no le temeré: Porque así no estoy en mí mismo.

10 ESTA mi alma aburrida de mi vida: Daré yo suelta á mi queja sobre mí, Hablaré con amargura de mi alma.

Diré á Dios: no me condenes; Hazme entender por qué pleiteas conmigo.

¿Parécete bien que oprimas, Que deseches la obra de tus manos, Y que resplandezcas sobre el consejo de los impíos?

¿Tienes tú ojos de carne? ¿Ves tú como ve el hombre?

¿Son tus días como los días del hombre, O tus años como los tiempos humanos,

Para que inquieras mi iniquidad, Y busques mi pecado,

Sobre saber tú que no soy impío, Y que no hay quien de tu mano libre?

Tus manos me formaron y me compusieron Todo en contorno: ¿y así me deshaces?

Acuérdate ahora que como á lodo me diste forma: ¿Y en polvo me has de tornar?

10 ¿No me fundiste como leche, Y como un queso me cuajaste?

11 Vestísteme de piel y carne, Y cubrísteme de huesos y nervios.

12 Vida y misericordia me concediste, Y tu visitación guardó mi espíritu.

13 Y estas cosas tienes guardadas en tu corazón; Yo sé que esto está cerca de ti.

14 Si pequé, tú me has observado, Y no me limpias de mi iniquidad.

15 Si fuere malo, ­ay de mí! Y si fuere justo, no levantaré mi cabeza, Estando harto de deshonra, Y de verme afligido.

16 Y subirá de punto, pues me cazas como á león, Y tornas á hacer en mí maravillas.

17 Renuevas contra mí tus plagas, Y aumentas conmigo tu furor, Remudándose sobre mí ejércitos.

18 ¿Por qué me sacaste de la matriz? Habría yo espirado, y no me vieran ojos.

19 Fuera, como si nunca hubiera sido, Llevado desde el vientre á la sepultura.

20 ¿No son mis días poca cosa? Cesa pues, y déjame, para que me conforte un poco.

21 Antes que vaya para no volver, A la tierra de tinieblas y de sombra de muerte;

22 Tierra de oscuridad, lóbrega Como sombra de muerte, sin orden, Y que aparece como la oscuridad misma.

Bildad proclama la justicia de Dios

Respondió Bildad suhita, y dijo:

¿Hasta cuándo hablarás tales cosas,

Y las palabras de tu boca serán como viento impetuoso?

¿Acaso torcerá Dios el derecho,

O pervertirá el Todopoderoso la justicia?

Si tus hijos pecaron contra él,

Él los echó en el lugar de su pecado.

Si tú de mañana buscares a Dios,

Y rogares al Todopoderoso;

Si fueres limpio y recto,

Ciertamente luego se despertará por ti,

Y hará próspera la morada de tu justicia.

Y aunque tu principio haya sido pequeño,

Tu postrer estado será muy grande.

Porque pregunta ahora a las generaciones pasadas,

Y disponte para inquirir a los padres de ellas;

Pues nosotros somos de ayer, y nada sabemos,

Siendo nuestros días sobre la tierra como sombra.

10 ¿No te enseñarán ellos, te hablarán,

Y de su corazón sacarán palabras?

11 ¿Crece el junco sin lodo?

¿Crece el prado sin agua?

12 Aun en su verdor, y sin haber sido cortado,

Con todo, se seca primero que toda hierba.

13 Tales son los caminos de todos los que olvidan a Dios;

Y la esperanza del impío perecerá;

14 Porque su esperanza será cortada,

Y su confianza es tela de araña.

15 Se apoyará él en su casa, mas no permanecerá ella en pie;

Se asirá de ella, mas no resistirá.

16 A manera de un árbol está verde delante del sol,

Y sus renuevos salen sobre su huerto;

17 Se van entretejiendo sus raíces junto a una fuente,

Y enlazándose hasta un lugar pedregoso.

18 Si le arrancaren de su lugar,

Este le negará entonces, diciendo: Nunca te vi.

19 Ciertamente este será el gozo de su camino;

Y del polvo mismo nacerán otros.

20 He aquí, Dios no aborrece al perfecto,

Ni apoya la mano de los malignos.

21 Aún llenará tu boca de risa,

Y tus labios de júbilo.

22 Los que te aborrecen serán vestidos de confusión;

Y la habitación de los impíos perecerá.

Incapacidad de Job para responder a Dios

Respondió Job, y dijo:

Ciertamente yo sé que es así;

¿Y cómo se justificará el hombre con Dios?

Si quisiere contender con él,

No le podrá responder a una cosa entre mil.

Él es sabio de corazón, y poderoso en fuerzas;

¿Quién se endureció contra él, y le fue bien?

Él arranca los montes con su furor,

Y no saben quién los trastornó;

Él remueve la tierra de su lugar,

Y hace temblar sus columnas;

Él manda al sol, y no sale;

Y sella las estrellas;

Él solo extendió los cielos,

Y anda sobre las olas del mar;

Él hizo la Osa, el Orión y las Pléyades,(A)

Y los lugares secretos del sur;

10 Él hace cosas grandes e incomprensibles,

Y maravillosas, sin número.

11 He aquí que él pasará delante de mí, y yo no lo veré;

Pasará, y no lo entenderé.

12 He aquí, arrebatará; ¿quién le hará restituir?

¿Quién le dirá: Qué haces?

13 Dios no volverá atrás su ira,

Y debajo de él se abaten los que ayudan a los soberbios.

14 ¿Cuánto menos le responderé yo,

Y hablaré con él palabras escogidas?

15 Aunque fuese yo justo, no respondería;

Antes habría de rogar a mi juez.

16 Si yo le invocara, y él me respondiese,

Aún no creeré que haya escuchado mi voz.

17 Porque me ha quebrantado con tempestad,

Y ha aumentado mis heridas sin causa.

18 No me ha concedido que tome aliento,

Sino que me ha llenado de amarguras.

19 Si habláremos de su potencia, por cierto es fuerte;

Si de juicio, ¿quién me emplazará?

20 Si yo me justificare, me condenaría mi boca;

Si me dijere perfecto, esto me haría inicuo.

21 Si fuese íntegro, no haría caso de mí mismo;

Despreciaría mi vida.

22 Una cosa resta que yo diga:

Al perfecto y al impío él los consume.

23 Si azote mata de repente,

Se ríe del sufrimiento de los inocentes.

24 La tierra es entregada en manos de los impíos,

Y él cubre el rostro de sus jueces.

Si no es él, ¿quién es? ¿Dónde está?

25 Mis días han sido más ligeros que un correo;

Huyeron, y no vieron el bien.

26 Pasaron cual naves veloces;

Como el águila que se arroja sobre la presa.

27 Si yo dijere: Olvidaré mi queja,

Dejaré mi triste semblante, y me esforzaré,

28 Me turban todos mis dolores;

Sé que no me tendrás por inocente.

29 Yo soy impío;

¿Para qué trabajaré en vano?

30 Aunque me lave con aguas de nieve,

Y limpie mis manos con la limpieza misma,

31 Aún me hundirás en el hoyo,

Y mis propios vestidos me abominarán.

32 Porque no es hombre como yo, para que yo le responda,

Y vengamos juntamente a juicio.

33 No hay entre nosotros árbitro

Que ponga su mano sobre nosotros dos.

34 Quite de sobre mí su vara,

Y su terror no me espante.

35 Entonces hablaré, y no le temeré;

Porque en este estado no estoy en mí.

Job lamenta su condición

10 Está mi alma hastiada de mi vida;

Daré libre curso a mi queja,

Hablaré con amargura de mi alma.

Diré a Dios: No me condenes;

Hazme entender por qué contiendes conmigo.

¿Te parece bien que oprimas,

Que deseches la obra de tus manos,

Y que favorezcas los designios de los impíos?

¿Tienes tú acaso ojos de carne?

¿Ves tú como ve el hombre?

¿Son tus días como los días del hombre,

O tus años como los tiempos humanos,

Para que inquieras mi iniquidad,

Y busques mi pecado,

Aunque tú sabes que no soy impío,

Y que no hay quien de tu mano me libre?

Tus manos me hicieron y me formaron;

¿Y luego te vuelves y me deshaces?

Acuérdate que como a barro me diste forma;

¿Y en polvo me has de volver?

10 ¿No me vaciaste como leche,

Y como queso me cuajaste?

11 Me vestiste de piel y carne,

Y me tejiste con huesos y nervios.

12 Vida y misericordia me concediste,

Y tu cuidado guardó mi espíritu.

13 Estas cosas tienes guardadas en tu corazón;

Yo sé que están cerca de ti.

14 Si pequé, tú me has observado,

Y no me tendrás por limpio de mi iniquidad.

15 Si fuere malo, ¡ay de mí!

Y si fuere justo, no levantaré mi cabeza,

Estando hastiado de deshonra, y de verme afligido.

16 Si mi cabeza se alzare, cual león tú me cazas;

Y vuelves a hacer en mí maravillas.

17 Renuevas contra mí tus pruebas,

Y aumentas conmigo tu furor como tropas de relevo.

18 ¿Por qué me sacaste de la matriz?

Hubiera yo expirado, y ningún ojo me habría visto.

19 Fuera como si nunca hubiera existido,

Llevado del vientre a la sepultura.

20 ¿No son pocos mis días?

Cesa, pues, y déjame, para que me consuele un poco,

21 Antes que vaya para no volver,

A la tierra de tinieblas y de sombra de muerte;

22 Tierra de oscuridad, lóbrega,

Como sombra de muerte y sin orden,

Y cuya luz es como densas tinieblas.

26 Empero el ángel de Señor habló á Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el mediodía, al camino que desciende de Jerusalem á Gaza, el cual es desierto.

27 Entonces él se levantó, y fué: y he aquí un Etiope, eunuco, gobernador de Candace, reina de los Etiopes, el cual era puesto sobre todos sus tesoros, y había venido á adorar á Jerusalem,

28 Se volvía sentado en su carro, y leyendo el profeta Isaías.

29 Y el Espíritu dijo á Felipe: Llégate, y júntate á este carro.

30 Y acudiendo Felipe, le oyó que leía el profeta Isaías, y dijo: Mas ¿entiendes lo que lees?

31 Y dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó á Felipe que subiese, y se sentase con él.

32 Y el lugar de la Escritura que leía, era éste: Como oveja á la muerte fué llevado; Y como cordero mudo delante del que le trasquila, Así no abrió su boca:

33 En su humillación su juicio fué quitado: Mas su generación, ¿quién la contará? Porque es quitada de la tierra su vida.

34 Y respondiendo el eunuco á Felipe, dijo: Ruégote ¿de quién el profeta dice esto? ¿de sí, ó de otro alguno?

35 Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús.

36 Y yendo por el camino, llegaron á cierta agua; y dijo el eunuco: He aquí agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?

37 Y Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.

38 Y mandó parar el carro: y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco; y bautizóle.

39 Y como subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató á Felipe; y no le vió más el eunuco, y se fué por su camino gozoso.

40 Felipe empero se halló en Azoto: y pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó á Cesarea.

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Felipe y el etíope

26 Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el sur, por el camino que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto. 27 Entonces él se levantó y fue. Y sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén para adorar, 28 volvía sentado en su carro, y leyendo al profeta Isaías. 29 Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro. 30 Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees? 31 Él dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare? Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él. 32 El pasaje de la Escritura que leía era este:

Como oveja a la muerte fue llevado;

Y como cordero mudo delante del que lo trasquila,

Así no abrió su boca.

33 En su humillación no se le hizo justicia;

Mas su generación, ¿quién la contará?

Porque fue quitada de la tierra su vida.(A)

34 Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: Te ruego que me digas: ¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo, o de algún otro? 35 Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús. 36 Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado? 37 Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. 38 Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó. 39 Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió gozoso su camino. 40 Pero Felipe se encontró en Azoto; y pasando, anunciaba el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea.

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