Lamentaciones 1
Reina-Valera 1960
Tristezas de Sion la cautiva
1 ¡Cómo ha quedado sola la ciudad populosa!
La grande entre las naciones se ha vuelto como viuda,
La señora de provincias ha sido hecha tributaria.
2 Amargamente llora en la noche, y sus lágrimas están en sus mejillas.
No tiene quién la consuele de todos sus amantes;
Todos sus amigos le faltaron, se le volvieron enemigos.
3 Judá ha ido en cautiverio a causa de la aflicción y de la dura servidumbre;
Ella habitó entre las naciones, y no halló descanso;
Todos sus perseguidores la alcanzaron entre las estrechuras.
4 Las calzadas de Sion tienen luto, porque no hay quien venga a las fiestas solemnes;
Todas sus puertas están asoladas, sus sacerdotes gimen,
Sus vírgenes están afligidas, y ella tiene amargura.
5 Sus enemigos han sido hechos príncipes, sus aborrecedores fueron prosperados,
Porque Jehová la afligió por la multitud de sus rebeliones;
Sus hijos fueron en cautividad delante del enemigo.
6 Desapareció de la hija de Sion toda su hermosura;
Sus príncipes fueron como ciervos que no hallan pasto,
Y anduvieron sin fuerzas delante del perseguidor.
7 Jerusalén, cuando cayó su pueblo en mano del enemigo y no hubo quien la ayudase,
Se acordó de los días de su aflicción, y de sus rebeliones,
Y de todas las cosas agradables que tuvo desde los tiempos antiguos.
La miraron los enemigos, y se burlaron de su caída.
8 Pecado cometió Jerusalén, por lo cual ella ha sido removida;
Todos los que la honraban la han menospreciado, porque vieron su vergüenza;
Y ella suspira, y se vuelve atrás.
9 Su inmundicia está en sus faldas, y no se acordó de su fin;
Por tanto, ella ha descendido sorprendentemente, y no tiene quien la consuele.
Mira, oh Jehová, mi aflicción, porque el enemigo se ha engrandecido.
10 Extendió su mano el enemigo a todas sus cosas preciosas;
Ella ha visto entrar en su santuario a las naciones
De las cuales mandaste que no entrasen en tu congregación.
11 Todo su pueblo buscó su pan suspirando;
Dieron por la comida todas sus cosas preciosas, para entretener la vida.
Mira, oh Jehová, y ve que estoy abatida.
12 ¿No os conmueve a cuantos pasáis por el camino?
Mirad, y ved si hay dolor como mi dolor que me ha venido;
Porque Jehová me ha angustiado en el día de su ardiente furor.
13 Desde lo alto envió fuego que consume mis huesos;
Ha extendido red a mis pies, me volvió atrás,
Me dejó desolada, y con dolor todo el día.
14 El yugo de mis rebeliones ha sido atado por su mano;
Ataduras han sido echadas sobre mi cerviz; ha debilitado mis fuerzas;
Me ha entregado el Señor en manos contra las cuales no podré levantarme.
15 El Señor ha hollado a todos mis hombres fuertes en medio de mí;
Llamó contra mí compañía para quebrantar a mis jóvenes;
Como lagar ha hollado el Señor a la virgen hija de Judá.
16 Por esta causa lloro; mis ojos, mis ojos fluyen aguas,
Porque se alejó de mí el consolador que dé reposo a mi alma;
Mis hijos son destruidos, porque el enemigo prevaleció.
17 Sion extendió sus manos; no tiene quien la consuele;
Jehová dio mandamiento contra Jacob, que sus vecinos fuesen sus enemigos;
Jerusalén fue objeto de abominación entre ellos.
18 Jehová es justo; yo contra su palabra me rebelé.
Oíd ahora, pueblos todos, y ved mi dolor;
Mis vírgenes y mis jóvenes fueron llevados en cautiverio.
19 Di voces a mis amantes, mas ellos me han engañado;
Mis sacerdotes y mis ancianos en la ciudad perecieron,
Buscando comida para sí con que entretener su vida.
20 Mira, oh Jehová, estoy atribulada, mis entrañas hierven.
Mi corazón se trastorna dentro de mí, porque me rebelé en gran manera.
Por fuera hizo estragos la espada; por dentro señoreó la muerte.
21 Oyeron que gemía, mas no hay consolador para mí;
Todos mis enemigos han oído mi mal, se alegran de lo que tú hiciste.
Harás venir el día que has anunciado, y serán como yo.
22 Venga delante de ti toda su maldad,
Y haz con ellos como hiciste conmigo por todas mis rebeliones;
Porque muchos son mis suspiros, y mi corazón está adolorido.
Lamentaciones 1
Nueva Versión Internacional
Álef
[a]1 ¡Cuán solitaria se encuentra
la que fue ciudad populosa!
¡Tiene apariencia de viuda
la que fue grande entre las naciones!
¡Hoy es esclava de las provincias
la que fue gran señora entre ellas!
Bet
2 Amargamente llora por la noche;
corren las lágrimas por sus mejillas.
No hay entre sus amantes
uno solo que la consuele.
Todos sus amigos la traicionaron;
se volvieron sus enemigos.
Guímel
3 En aflicción y con trabajos forzados
Judá marchó al exilio.
Habita entre las naciones
sin encontrar reposo.
Todos sus perseguidores la acosan,
la ponen en aprietos.
Dálet
4 Los caminos a Sión están de duelo;
ya nadie asiste a sus fiestas solemnes.
Las puertas de la ciudad se ven desoladas:
sollozan sus sacerdotes,
se turban sus doncellas,
¡toda ella es amargura!
He
5 Sus enemigos se volvieron sus amos;
tranquilos se ven sus adversarios.
El Señor la ha acongojado
por causa de sus muchos pecados.
Sus hijos marcharon al cautiverio,
arrastrados por sus enemigos.
Vav
6 La hija de Sión ha perdido
todo su esplendor.
Sus príncipes parecen ciervos
que vagan en busca de pastos.
Exhaustos, se dan a la fuga
frente a sus perseguidores.
Zayin
7 Jerusalén trae a la memoria los tristes días de su peregrinaje;
se acuerda de todos los tesoros
que en el pasado fueron suyos.
Cuando su pueblo cayó en manos enemigas
nadie acudió en su ayuda.
Sus enemigos vieron su caída
y se burlaron de ella.
Jet
8 Grave es el pecado de Jerusalén;
por eso se ha vuelto impura.
Los que antes la honraban ahora la desprecian,
pues han visto su desnudez.
Ella misma gime
y no se atreve a dar la cara.
Tet
9 Sus vestidos están llenos de inmundicia;
no tomó en cuenta lo que le esperaba.
Su caída fue sorprendente;
no hubo nadie que la consolara.
«¡Mira, Señor, mi aflicción!
¡El enemigo ha triunfado!».
Yod
10 El enemigo se adueñó
de todos sus tesoros.
Ella vio naciones paganas
entrar en su santuario,
a las que tú prohibiste
entrar en tu asamblea.
Caf
11 Todo su pueblo solloza
y anda en busca de pan;
para mantenerse con vida
cambian por comida sus tesoros.
«¡Mira, Señor, date cuenta
de cómo me han despreciado!».
Lámed
12 «Fíjense ustedes, los que pasan por el camino:
¿Acaso no les importa?
Miren si hay un sufrimiento comparable al mío,
como el que el Señor me ha hecho padecer,
como el que el Señor lanzó sobre mí
en el día de su furor.
Mem
13 »Desde lo alto él envió un fuego
que penetró en mis huesos.
A mi paso tendió una trampa
y me hizo retroceder.
Me abandonó por completo;
a todas horas me sentía desfallecer.
Nun
14 »Mis pecados fueron atados a un yugo;
sus manos los ataron juntos.[b]
Me los ha colgado al cuello,
y ha debilitado mis fuerzas.
Me ha entregado en manos de gente
a la que no puedo ofrecer resistencia.
Sámej
15 »En mi ciudad el Señor ha rechazado
a todos los guerreros.
Convocó un ejército contra mí,
para despedazar[c] a mis jóvenes.
El Señor ha pisado como en un lagar
a la virginal hija de Judá.
Ayin
16 »Todo esto me hace llorar;
mis ojos se inundan de lágrimas.
No tengo cerca a nadie que me consuele;
no tengo a nadie que me reanime.
Mis hijos quedaron abandonados
porque el enemigo salió victorioso».
Pe
17 Sión clama pidiendo ayuda,[d]
pero no hay quien la consuele.
Por decreto del Señor
los vecinos de Jacob son ahora sus enemigos;
Jerusalén ha llegado a ser
inmundicia en medio de ellos.
Tsade
18 «El Señor es justo,
pero yo me rebelé contra su palabra.
Escuchen, todos los pueblos,
y vean mi sufrimiento.
Mis doncellas y mis jóvenes
han marchado al destierro.
Qof
19 »Llamé a mis amantes,
pero ellos me traicionaron.
Mis sacerdotes y mis ancianos
perecieron en la ciudad,
mientras buscaban alimentos
para mantenerse con vida.
Resh
20 »¡Mírame, Señor, que me encuentro angustiada!
¡Siento una profunda agonía![e]
Mi corazón se agita dentro de mí,
pues he sido muy rebelde.
Allá afuera, la espada me deja sin hijos;
dentro de la casa hay ambiente de muerte.
Shin
21 »La gente ha escuchado mi gemir,
pero no hay quien me consuele.
Todos mis enemigos conocen mi pesar
y se alegran de lo que has hecho conmigo.
¡Manda ya tu castigo anunciado,
para que sufran lo que he sufrido!
Tav
22 »¡Que llegue a tu presencia
toda su maldad!
¡Trátalos como me has tratado a mí
por causa de todos mis pecados!
Son muchos mis quejidos,
y mi corazón desfallece».
Footnotes
- Lm 1 Este capítulo es un poema acróstico, que sigue el orden del alfabeto hebreo.
- 1:14 a un yugo; … juntos. Texto de difícil traducción.
- 1:15 Convocó … despedazar. Alt. ha establecido mi tiempo, / cuando él despedazará.
- 1:17 clama pidiendo ayuda. Lit. extiende las manos.
- 1:20 ¡Siento … agonía! Lit. Mis entrañas se agitan.
Lamentaciones 1
Dios Habla Hoy
1 ¡Cuán solitaria ha quedado
la ciudad antes llena de gente!
¡Tiene apariencia de viuda
la ciudad capital de los pueblos!
¡Sometida está a trabajos forzados
la princesa de los reinos!
2 Se ahoga en llanto por las noches;
lágrimas corren por sus mejillas.
De entre todos sus amantes
no hay uno que la consuele.
Todos sus amigos la han traicionado;
se han vuelto sus enemigos.
3 A más de sufrimientos y duros trabajos,
Judá sufre ahora el cautiverio.
La que antes reinaba entre los pueblos,
ahora no encuentra reposo.
Los que la perseguían, la alcanzaron
y la pusieron en aprietos.
4 ¡Qué tristes están los caminos de Sión!
¡No hay nadie que venga a las fiestas!
Las puertas de la ciudad están desiertas,
los sacerdotes lloran,
las jóvenes se afligen
y Jerusalén pasa amarguras.
5 Sus enemigos dominan,
sus adversarios prosperan.
Es que el Señor la ha afligido
por lo mucho que ha pecado.
Sus hijos fueron al destierro
llevados por el enemigo.
6 Desapareció de la bella Sión
toda su hermosura;
sus jefes, como venados,
andan en busca de pastos;
arrastrando los pies, avanzan
delante de sus cazadores.
7 Jerusalén recuerda aquellos días,
cuando se quedó sola y triste;
recuerda todas las riquezas que tuvo
en tiempos pasados;
recuerda cuando cayó en poder del enemigo
y nadie vino en su ayuda,
cuando sus enemigos la vieron
y se burlaron de su ruina.
8 Jerusalén ha pecado tanto
que se ha hecho digna de desprecio.
Los que antes la honraban, ahora la desprecian,
porque han visto su desnudez.
Por eso está llorando,
y avergonzada vuelve la espalda.
9 Tiene su ropa llena de inmundicia;
no pensó en las consecuencias.
Es increíble cómo ha caído;
no hay quien la consuele.
¡Mira, Señor, mi humillación
y la altivez del enemigo!
10 El enemigo se ha adueñado
de las riquezas de Jerusalén.
La ciudad vio a los paganos
entrar violentamente en el santuario,
¡gente a la que tú, Señor, ordenaste
que no entrara en tu lugar de reunión!
11 Todos sus habitantes lloran,
andan en busca de alimentos;
dieron sus riquezas a cambio de comida
para poder sobrevivir.
¡Mira, Señor, mi ruina!
¡Considera mi desgracia!
12 ¡Ustedes, los que van por el camino,
deténganse a pensar
si hay dolor como el mío,
que tanto me hace sufrir!
¡El Señor me mandó esta aflicción
al encenderse su enojo!
13 El Señor lanzó desde lo alto
un fuego que me ha calado hasta los huesos;
tendió una trampa a mi paso
y me hizo volver atrás;
me ha entregado al abandono,
al sufrimiento a cada instante.
14 Mis pecados los ha visto el Señor;
me han sido atados por él mismo,
y como un yugo pesan sobre mí:
¡acaban con mis fuerzas!
El Señor me ha puesto en manos de gente
ante la cual no puedo resistir.
15 El Señor arrojó lejos de mí
a todos los valientes que me defendían.
Lanzó un ejército a atacarme,
para acabar con mis hombres más valientes.
¡El Señor ha aplastado a la virginal Judá
como se aplastan las uvas para sacar vino!
16 Estas cosas me hacen llorar.
Mis ojos se llenan de lágrimas,
pues no tengo a nadie que me consuele,
a nadie que me dé nuevo aliento.
Entre ruinas han quedado mis hijos,
porque pudo más el enemigo que nosotros.
17 Sión extiende las manos suplicante,
pero no hay quien la consuele.
El Señor ha ordenado que a Jacob
lo rodeen sus enemigos;
Jerusalén es para ellos
objeto de desprecio.
18 El Señor hizo lo debido,
porque me opuse a sus mandatos.
¡Escúchenme, pueblos todos;
contemplen mi dolor!
¡Mis jóvenes y jovencitas
han sido llevados cautivos!
19 Pedí ayuda a mis amantes,
pero ellos me traicionaron.
Mis sacerdotes y mis ancianos
murieron en la ciudad:
¡andaban en busca de alimentos
para poder sobrevivir!
20 ¡Mira, Señor, mi angustia!
¡Siento que me estalla el pecho!
El dolor me oprime el corazón
cuando pienso en lo rebelde que he sido.
Allá afuera la espada mata a mis hijos,
y aquí adentro también hay muerte.
21 La gente escucha mis lamentos,
pero no hay quien me consuele.
Todos mis enemigos saben de mi mal,
y se alegran de que tú lo hayas hecho.
¡Haz que venga el día que tienes anunciado,
y que les vaya a ellos como me ha ido a mí!
22 Haz que llegue a tu presencia
toda la maldad que han cometido;
trátalos por sus pecados
como me has tratado a mí,
pues es mucho lo que lloro;
¡tengo enfermo el corazón!
Reina-Valera 1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado © Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso. Si desea más información visite americanbible.org, unitedbiblesocieties.org, vivelabiblia.com, unitedbiblesocieties.org/es/casa/, www.rvr60.bible
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