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Se oye el chasquido de los látigos,
    el estrépito de las ruedas,
el galopar de los caballos,
    el chirrido de los carros,
la carga de la caballería,
    el fulgor de las espadas,
el centellear de las lanzas,
    la multitud de muertos,
los cuerpos amontonados,
    los cadáveres por doquier,
    en los que todos tropiezan.
¡Y todo por las muchas prostituciones
    de esa ramera de encantos zalameros,
    de esa maestra de la seducción!
Engañó a los pueblos con sus fornicaciones,
    y a los clanes con sus embrujos.

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