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¡Oigan el chasquido de los látigos
    y el retumbo de las ruedas!
Los cascos de los caballos retumban
    y los carros de guerra traquetean sin control.
¡Miren cómo destellan las espadas y brillan las lanzas
    cuando pasa la caballería!
Hay muertos incontables,
    hay montones de cadáveres,
tantos que la gente tropieza con ellos.
Y todo porque Nínive
    —la ciudad hermosa e incrédula,
la amante con encantos mortales—
    sedujo a las naciones con su belleza.
Ella les enseñó toda su magia
    y hechizó a la gente por todas partes.

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