Add parallel Print Page Options

Fidelidad de Dios hacia su pueblo infiel

Masquil de Asaf.

78 Escucha, pueblo mío, mi ley;

Inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca.

Abriré mi boca en proverbios;

Hablaré cosas escondidas desde tiempos antiguos,(A)

Las cuales hemos oído y entendido;

Que nuestros padres nos las contaron.

No las encubriremos a sus hijos,

Contando a la generación venidera las alabanzas de Jehová,

Y su potencia, y las maravillas que hizo.

Él estableció testimonio en Jacob,

Y puso ley en Israel,

La cual mandó a nuestros padres

Que la notificasen a sus hijos;

Para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán;

Y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos,

A fin de que pongan en Dios su confianza,

Y no se olviden de las obras de Dios;

Que guarden sus mandamientos,

Y no sean como sus padres,

Generación contumaz y rebelde;

Generación que no dispuso su corazón,

Ni fue fiel para con Dios su espíritu.

Los hijos de Efraín, arqueros armados,

Volvieron las espaldas en el día de la batalla.

10 No guardaron el pacto de Dios,

Ni quisieron andar en su ley;

11 Sino que se olvidaron de sus obras,

Y de sus maravillas que les había mostrado.

12 Delante de sus padres hizo maravillas

En la tierra de Egipto,(B) en el campo de Zoán.

13 Dividió el mar y los hizo pasar;

Detuvo las aguas como en un montón.(C)

14 Les guio de día con nube,

Y toda la noche con resplandor de fuego.(D)

15 Hendió las peñas en el desierto,

Y les dio a beber como de grandes abismos,

16 Pues sacó de la peña corrientes,

E hizo descender aguas como ríos.(E)

17 Pero aún volvieron a pecar contra él,

Rebelándose contra el Altísimo en el desierto;

18 Pues tentaron a Dios en su corazón,

Pidiendo comida a su gusto.

19 Y hablaron contra Dios,

Diciendo: ¿Podrá poner mesa en el desierto?

20 He aquí ha herido la peña, y brotaron aguas,

Y torrentes inundaron la tierra;

¿Podrá dar también pan?

¿Dispondrá carne para su pueblo?

21 Por tanto, oyó Jehová, y se indignó;

Se encendió el fuego contra Jacob,

Y el furor subió también contra Israel,

22 Por cuanto no habían creído a Dios,

Ni habían confiado en su salvación.

23 Sin embargo, mandó a las nubes de arriba,

Y abrió las puertas de los cielos,

24 E hizo llover sobre ellos maná para que comiesen,

Y les dio trigo de los cielos.(F)

25 Pan de nobles comió el hombre;

Les envió comida hasta saciarles.

26 Movió el solano en el cielo,

Y trajo con su poder el viento sur,

27 E hizo llover sobre ellos carne como polvo,

Como arena del mar, aves que vuelan.

28 Las hizo caer en medio del campamento,

Alrededor de sus tiendas.

29 Comieron, y se saciaron;

Les cumplió, pues, su deseo.

30 No habían quitado de sí su anhelo,

Aún estaba la comida en su boca,

31 Cuando vino sobre ellos el furor de Dios,

E hizo morir a los más robustos de ellos,

Y derribó a los escogidos de Israel.(G)

32 Con todo esto, pecaron aún,

Y no dieron crédito a sus maravillas.

33 Por tanto, consumió sus días en vanidad,

Y sus años en tribulación.

34 Si los hacía morir, entonces buscaban a Dios;

Entonces se volvían solícitos en busca suya,

35 Y se acordaban de que Dios era su refugio,

Y el Dios Altísimo su redentor.

36 Pero le lisonjeaban con su boca,

Y con su lengua le mentían;

37 Pues sus corazones no eran rectos con él,(H)

Ni estuvieron firmes en su pacto.

38 Pero él, misericordioso, perdonaba la maldad, y no los destruía;

Y apartó muchas veces su ira,

Y no despertó todo su enojo.

39 Se acordó de que eran carne,

Soplo que va y no vuelve.

40 ¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto,

Lo enojaron en el yermo!

41 Y volvían, y tentaban a Dios,

Y provocaban al Santo de Israel.

42 No se acordaron de su mano,

Del día que los redimió de la angustia;

43 Cuando puso en Egipto sus señales,

Y sus maravillas en el campo de Zoán;

44 Y volvió sus ríos en sangre,

Y sus corrientes, para que no bebiesen.(I)

45 Envió entre ellos enjambres de moscas(J) que los devoraban,

Y ranas(K) que los destruían.

46 Dio también a la oruga sus frutos,

Y sus labores a la langosta.(L)

47 Sus viñas destruyó con granizo,

Y sus higuerales con escarcha;

48 Entregó al pedrisco sus bestias,

Y sus ganados a los rayos.(M)

49 Envió sobre ellos el ardor de su ira;

Enojo, indignación y angustia,

Un ejército de ángeles destructores.

50 Dispuso camino a su furor;

No eximió la vida de ellos de la muerte,

Sino que entregó su vida a la mortandad.

51 Hizo morir a todo primogénito en Egipto,(N)

Las primicias de su fuerza en las tiendas de Cam.

52 Hizo salir a su pueblo como ovejas,

Y los llevó por el desierto como un rebaño.(O)

53 Los guio con seguridad, de modo que no tuvieran temor;

Y el mar cubrió a sus enemigos.(P)

54 Los trajo después a las fronteras de su tierra santa,(Q)

A este monte que ganó su mano derecha.

55 Echó las naciones de delante de ellos;(R)

Con cuerdas repartió sus tierras en heredad,

E hizo habitar en sus moradas a las tribus de Israel.

56 Pero ellos tentaron y enojaron al Dios Altísimo,(S)

Y no guardaron sus testimonios;

57 Sino que se volvieron y se rebelaron como sus padres;

Se volvieron como arco engañoso.

58 Le enojaron con sus lugares altos,

Y le provocaron a celo con sus imágenes de talla.

59 Lo oyó Dios y se enojó,

Y en gran manera aborreció a Israel.

60 Dejó, por tanto, el tabernáculo de Silo,

La tienda en que habitó entre los hombres,(T)

61 Y entregó a cautiverio su poderío,

Y su gloria en mano del enemigo.(U)

62 Entregó también su pueblo a la espada,

Y se irritó contra su heredad.

63 El fuego devoró a sus jóvenes,

Y sus vírgenes no fueron loadas en cantos nupciales.

64 Sus sacerdotes cayeron a espada,

Y sus viudas no hicieron lamentación.

65 Entonces despertó el Señor como quien duerme,

Como un valiente que grita excitado del vino,

66 E hirió a sus enemigos por detrás;

Les dio perpetua afrenta.

67 Desechó la tienda de José,

Y no escogió la tribu de Efraín,

68 Sino que escogió la tribu de Judá,

El monte de Sion, al cual amó.

69 Edificó su santuario a manera de eminencia,

Como la tierra que cimentó para siempre.

70 Eligió a David su siervo,

Y lo tomó de las majadas de las ovejas;

71 De tras las paridas lo trajo,

Para que apacentase a Jacob su pueblo,

Y a Israel su heredad.(V)

72 Y los apacentó conforme a la integridad de su corazón,

Los pastoreó con la pericia de sus manos.

Lamento por la destrucción de Jerusalén

Salmo de Asaf.

79 Oh Dios, vinieron las naciones a tu heredad;

Han profanado tu santo templo;

Redujeron a Jerusalén a escombros.(W)

Dieron los cuerpos de tus siervos por comida a las aves de los cielos,

La carne de tus santos a las bestias de la tierra.

Derramaron su sangre como agua en los alrededores de Jerusalén,

Y no hubo quien los enterrase.

Somos afrentados de nuestros vecinos,

Escarnecidos y burlados de los que están en nuestros alrededores.

¿Hasta cuándo, oh Jehová? ¿Estarás airado para siempre?

¿Arderá como fuego tu celo?

Derrama tu ira sobre las naciones que no te conocen,

Y sobre los reinos que no invocan tu nombre.

Porque han consumido a Jacob,

Y su morada han asolado.

No recuerdes contra nosotros las iniquidades de nuestros antepasados;

Vengan pronto tus misericordias a encontrarnos,

Porque estamos muy abatidos.

Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación, por la gloria de tu nombre;

Y líbranos, y perdona nuestros pecados por amor de tu nombre.

10 Porque dirán las gentes: ¿Dónde está su Dios?

Sea notoria en las gentes, delante de nuestros ojos,

La venganza de la sangre de tus siervos que fue derramada.

11 Llegue delante de ti el gemido de los presos;

Conforme a la grandeza de tu brazo preserva a los sentenciados a muerte,

12 Y devuelve a nuestros vecinos en su seno siete tantos

De su infamia, con que te han deshonrado, oh Jehová.

13 Y nosotros, pueblo tuyo, y ovejas de tu prado,

Te alabaremos para siempre;

De generación en generación cantaremos tus alabanzas.

Súplica por la restauración

Al músico principal; sobre Lirios. Testimonio. Salmo de Asaf.

80 Oh Pastor de Israel, escucha;

Tú que pastoreas como a ovejas a José,

Que estás entre querubines,(X) resplandece.

Despierta tu poder delante de Efraín, de Benjamín y de Manasés,

Y ven a salvarnos.

Oh Dios, restáuranos;

Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.

Jehová, Dios de los ejércitos,

¿Hasta cuándo mostrarás tu indignación contra la oración de tu pueblo?

Les diste a comer pan de lágrimas,

Y a beber lágrimas en gran abundancia.

Nos pusiste por escarnio a nuestros vecinos,

Y nuestros enemigos se burlan entre sí.

Oh Dios de los ejércitos, restáuranos;

Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.

Hiciste venir una vid de Egipto;

Echaste las naciones, y la plantaste.

Limpiaste sitio delante de ella,

E hiciste arraigar sus raíces, y llenó la tierra.

10 Los montes fueron cubiertos de su sombra,

Y con sus sarmientos los cedros de Dios.

11 Extendió sus vástagos hasta el mar,

Y hasta el río sus renuevos.

12 ¿Por qué aportillaste sus vallados,

Y la vendimian todos los que pasan por el camino?

13 La destroza el puerco montés,

Y la bestia del campo la devora.

14 Oh Dios de los ejércitos, vuelve ahora;

Mira desde el cielo, y considera, y visita esta viña,

15 La planta que plantó tu diestra,

Y el renuevo que para ti afirmaste.

16 Quemada a fuego está, asolada;

Perezcan por la reprensión de tu rostro.

17 Sea tu mano sobre el varón de tu diestra,

Sobre el hijo de hombre que para ti afirmaste.

18 Así no nos apartaremos de ti;

Vida nos darás, e invocaremos tu nombre.

19 ¡Oh Jehová, Dios de los ejércitos, restáuranos!

Haz resplandecer tu rostro, y seremos salvos.

Bondad de Dios y perversidad de Israel

Al músico principal; sobre Gitit. Salmo de Asaf.

81 Cantad con gozo a Dios, fortaleza nuestra;

Al Dios de Jacob aclamad con júbilo.

Entonad canción, y tañed el pandero,

El arpa deliciosa y el salterio.

Tocad la trompeta en la nueva luna,

En el día señalado, en el día de nuestra fiesta solemne.(Y)

Porque estatuto es de Israel,

Ordenanza del Dios de Jacob.

Lo constituyó como testimonio en José

Cuando salió por la tierra de Egipto.

Oí lenguaje que no entendía;

Aparté su hombro de debajo de la carga;

Sus manos fueron descargadas de los cestos.

En la calamidad clamaste, y yo te libré;

Te respondí en lo secreto del trueno;

Te probé junto a las aguas de Meriba.(Z) Selah

Oye, pueblo mío, y te amonestaré.

Israel, si me oyeres,

No habrá en ti dios ajeno,

Ni te inclinarás a dios extraño.(AA)

10 Yo soy Jehová tu Dios,

Que te hice subir de la tierra de Egipto;

Abre tu boca, y yo la llenaré.

11 Pero mi pueblo no oyó mi voz,

E Israel no me quiso a mí.

12 Los dejé, por tanto, a la dureza de su corazón;

Caminaron en sus propios consejos.

13 ¡Oh, si me hubiera oído mi pueblo,

Si en mis caminos hubiera andado Israel!

14 En un momento habría yo derribado a sus enemigos,

Y vuelto mi mano contra sus adversarios.

15 Los que aborrecen a Jehová se le habrían sometido,

Y el tiempo de ellos sería para siempre.

16 Les sustentaría Dios con lo mejor del trigo,

Y con miel de la peña les saciaría.

Amonestación contra los juicios injustos

Salmo de Asaf.

82 Dios está en la reunión de los dioses;

En medio de los dioses juzga.

¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente,

Y aceptaréis las personas de los impíos? Selah

Defended al débil y al huérfano;

Haced justicia al afligido y al menesteroso.

Librad al afligido y al necesitado;

Libradlo de mano de los impíos.

No saben, no entienden,

Andan en tinieblas;

Tiemblan todos los cimientos de la tierra.

Yo dije: Vosotros sois dioses,(AB)

Y todos vosotros hijos del Altísimo;

Pero como hombres moriréis,

Y como cualquiera de los príncipes caeréis.

Levántate, oh Dios, juzga la tierra;

Porque tú heredarás todas las naciones.

Masquilde Asaf.

78 Pueblo mío, atiende a mi enseñanza;
    presta oído a las palabras de mi boca.
Hablaré por medio de parábolas
    y revelaré misterios de antaño,
cosas que hemos oído y conocido
    y que nuestros antepasados nos han contado.
No las esconderemos de sus descendientes;
    hablaremos a la generación venidera
del poder del Señor, de sus proezas
    y de las maravillas que ha hecho.
Él promulgó un mandato para Jacob,
    dictó una ley para Israel;
ordenó a nuestros antepasados
    enseñarlos a sus descendientes,
para que los conocieran las generaciones venideras
    y los hijos que habrían de nacer,
    que a su vez los enseñarían a sus hijos.
Así ellos pondrían su confianza en Dios
    y no se olvidarían de sus proezas,
    sino que cumplirían sus mandamientos.
Así no serían como sus antepasados:
    generación obstinada y rebelde,
gente de corazón fluctuante,
    cuyo espíritu no se mantuvo fiel a Dios.

La tribu de Efraín, con sus diestros arqueros,
    retrocedió el día de la batalla.
10 No cumplieron con el pacto de Dios,
    sino que se negaron a seguir su Ley.
11 Echaron al olvido sus proezas,
    las maravillas que les había mostrado,
12 los milagros que hizo a la vista de sus antepasados
    en la tierra de Egipto, en la región de Zoán.
13 Abrió el mar para que pudieran pasar;
    mantuvo erguidas las aguas como un muro.
14 De día los guio con una nube
    y toda la noche con luz de fuego.
15 En el desierto partió las rocas
    y les dio a beber torrentes de aguas;
16 hizo que brotaran arroyos de la peña
    y que las aguas fluyeran como ríos.

17 Pero ellos volvieron a pecar contra él;
    en el desierto se rebelaron contra el Altísimo.
18 Deliberadamente pusieron a Dios a prueba
    y exigieron comida a su antojo.
19 Murmuraron contra Dios
    y aun dijeron:
    «¿Podrá Dios preparar una mesa en el desierto?
20 Cuando golpeó la roca,
    el agua brotó en torrentes;
pero, ¿podrá también darnos de comer?
    ¿Podrá proveerle carne a su pueblo?».
21 Cuando el Señor oyó esto, se indignó;
    su enojo se encendió contra Jacob,
    su ira ardió contra Israel.
22 Porque no confiaron en Dios
    ni creyeron que él los salvaría.
23 Desde lo alto dio una orden a las nubes,
    y se abrieron las puertas de los cielos.
24 Hizo que les lloviera maná para que comieran;
    les dio a comer trigo del cielo.
25 Todos ellos comieron pan de ángeles;
    Dios les envió comida hasta saciarlos.
26 Desató desde el cielo el viento del este
    y con su poder levantó el viento del sur.
27 Cual lluvia de polvo, hizo que les lloviera carne;
    nubes de pájaros, como la arena del mar.
28 Los hizo caer en medio de su campamento
    y en los alrededores de sus tiendas.
29 Comieron y se hartaron,
    pues Dios les cumplió su capricho.
30 Pero el capricho no les duró mucho:
    aún tenían la comida en la boca
31 cuando el enojo de Dios vino sobre ellos:
    dio muerte a sus hombres más robustos;
    abatió a los jóvenes de Israel.

32 A pesar de todo, siguieron pecando
    y no creyeron en sus maravillas.
33 Por tanto, Dios hizo que sus días se esfumaran como un suspiro,
    que sus años acabaran en medio del terror.
34 Si Dios los hería de muerte, entonces lo buscaban,
    y con ansias se volvían de nuevo a él.
35 Se acordaban de que Dios era su Roca,
    de que el Dios Altísimo era su Redentor.
36 Pero entonces lo halagaban con la boca
    y le mentían con la lengua.
37 No fue su corazón sincero para con Dios;
    no fueron fieles a su pacto.
38 Sin embargo, él les tuvo compasión;
    les perdonó su maldad
    y no los destruyó.
Una y otra vez contuvo su enojo
    y no se dejó llevar del todo por la ira.
39 Se acordó de que eran simples mortales,
    un efímero suspiro que jamás regresa.

40 ¡Cuántas veces se rebelaron contra él en el desierto
    y lo entristecieron en los páramos!
41 Una y otra vez ponían a Dios a prueba;
    provocaban al Santo de Israel.
42 Jamás se acordaron de su poder,
    de cuando los rescató del opresor,
43 ni de sus señales milagrosas en Egipto,
    ni de sus portentos en la región de Zoán,
44 cuando convirtió en sangre los ríos egipcios
    y no pudieron ellos beber de sus arroyos;
45 cuando les envió tábanos que se los devoraban
    y ranas que los destruían;
46 cuando entregó sus cosechas a los saltamontes
    y sus sembrados a la langosta;
47 cuando con granizo destruyó sus viñas
    y con escarcha sus higueras;
48 cuando entregó su ganado al granizo
    y sus rebaños a las centellas;
49 cuando lanzó contra ellos el ardor de su ira,
    de su furor, indignación y hostilidad:
    ¡todo un ejército de ángeles destructores!
50 Dio rienda suelta a su enojo
    y no los libró de la muerte,
    sino que los entregó a la plaga.
51 Dio muerte a todos los primogénitos de Egipto,
    las primicias de su virilidad en los campamentos de Cam.
52 A su pueblo lo guio como a un rebaño;
    los llevó por el desierto, como a ovejas,
53 infundiéndoles confianza para que no temieran.
    Pero a sus enemigos se los tragó el mar.
54 Trajo a su pueblo a esta su tierra santa,
    a estas montañas que su diestra conquistó.
55 Al paso de los israelitas expulsó naciones,
    cuyas tierras dio a su pueblo como herencia;
    ¡así estableció en sus tiendas a las tribus de Israel!

56 Pero ellos pusieron a prueba a Dios:
    se rebelaron contra el Altísimo
    y desobedecieron sus mandatos.
57 Fueron desleales y traidores, como sus antepasados;
    ¡tan falsos como un arco defectuoso!
58 Lo irritaron con sus altares paganos;
    con sus imágenes despertaron sus celos.
59 Dios lo supo y se indignó,
    por lo que rechazó completamente a Israel.
60 Abandonó el santuario de Siló,
    la tienda donde habitaba entre los humanos,
61 y dejó que el símbolo de su poder y gloria
    cayera cautivo en manos enemigas.
62 Dejó que a su pueblo lo mataran a filo de espada,
    pues se indignó contra su heredad.
63 A sus jóvenes los consumió el fuego
    y no hubo cantos nupciales para sus doncellas;
64 a filo de espada cayeron sus sacerdotes
    y sus viudas no los pudieron llorar.

65 Despertó entonces el Señor,
    como quien despierta de un sueño,
    como un guerrero que, por causa del vino, lanza gritos desaforados.
66 Hizo retroceder a sus enemigos
    y los puso en vergüenza para siempre.
67 Rechazó a los descendientes[a] de José
    y no escogió a la tribu de Efraín;
68 más bien, escogió a la tribu de Judá
    y al monte Sión, al cual ama.
69 Construyó su santuario, alto como los cielos,[b]
    como la tierra, que él afirmó para siempre.
70 Escogió a su siervo David,
    al que sacó del redil de las ovejas,
71 y lo quitó de andar arreando los rebaños
    para que fuera el pastor de Jacob, su pueblo;
    el pastor de Israel, su herencia.
72 Y David los pastoreó con corazón sincero;
    con mano experta los dirigió.

Salmo de Asaf.

79 Oh Dios, los pueblos paganos han invadido tu herencia;
    han profanado tu santo Templo,
    han dejado en ruinas a Jerusalén.
Han entregado los cadáveres de tus siervos
    como alimento de las aves del cielo;
han destinado los cuerpos de tus fieles
    para comida de los animales salvajes.
Por toda Jerusalén han derramado su sangre,
    como si derramaran agua,
    y no hay quien entierre a los muertos.
Hemos quedado en ridículo ante nuestros vecinos;
    somos la burla y el escarnio de los que nos rodean.

¿Hasta cuándo, Señor?
    ¿Vas a estar enojado para siempre?
    ¿Arderá tu celo como el fuego?
¡Descarga tu ira sobre las naciones que no te reconocen,
    sobre los reinos que no invocan tu nombre!
Porque a Jacob se lo han devorado
    y al país lo han dejado en ruinas.

No tomes en cuenta los pecados de nuestros antepasados;
    ¡venga pronto tu misericordia a nuestro encuentro,
    porque estamos totalmente abatidos!
Oh Dios y Salvador nuestro,
    por la gloria de tu nombre, ayúdanos;
    por la gloria de tu nombre, líbranos y perdona nuestros pecados.
10 ¿Por qué van a decir las naciones:
    «Dónde está su Dios»?

Permítenos ver y muéstrales a los pueblos paganos
    cómo tomas venganza de la sangre de tus siervos.
11 Que lleguen a tu presencia los quejidos de los cautivos,
    y por la fuerza de tu brazo salva a los condenados a muerte.
12 Señor, haz que reciban nuestros vecinos,
    siete veces y en carne propia,
    la burla con que ellos te insultaron.
13 Y nosotros, tu pueblo y ovejas de tu prado,
    te alabaremos por siempre;
de generación en generación
    cantaremos tus alabanzas.

Al director musical. Sígase la tonada de «Los lirios del pacto». Salmo de Asaf.

80 Pastor de Israel, ¡escúchanos!
    tú que guías a José como a un rebaño,
tú que tienes tu trono entre los querubines, ¡resplandece!
Delante de Efraín, Benjamín y Manasés,
    muestra tu poder y ven a salvarnos.

¡Restáuranos, oh Dios!
    ¡Haz resplandecer tu rostro sobre nosotros,
    y sálvanos!

¿Hasta cuándo, Señor Dios de los Ejércitos,
    arderá tu ira
    contra las oraciones de tu pueblo?
Por comida le has dado pan de lágrimas;
    por bebida, lágrimas en abundancia.
Nos has hecho motivo de contienda para nuestros vecinos;
    nuestros enemigos se burlan de nosotros.

¡Restáuranos, oh Dios de los Ejércitos!
    ¡Haz resplandecer tu rostro sobre nosotros,
    y sálvanos!

De Egipto trajiste una vid;
    expulsaste a los pueblos paganos y la plantaste.
Le limpiaste el terreno,
    y ella echó raíces y llenó la tierra.
10 Su sombra se extendía hasta las montañas,
    su follaje cubría los cedros majestuosos.
11 Sus ramas se extendieron hasta el Mediterráneo
    y sus renuevos hasta el Éufrates.

12 ¿Por qué has derribado sus muros?
    ¡Todos los que pasan le arrancan uvas!
13 Los jabalíes del bosque la destruyen,
    los animales del campo la devoran.
14 ¡Vuélvete a nosotros, oh Dios de los Ejércitos!
    ¡Asómate a vernos desde el cielo
    y brinda tus cuidados a esta vid!
15 ¡Es la raíz que plantaste con tu diestra!
    ¡Es el vástago que has criado para ti!

16 Tu vid está derribada, quemada por el fuego;
    a tu reprensión perece tu pueblo.[c]
17 Bríndale tu apoyo al hombre de tu diestra,
    al hijo de hombre que has criado para ti.
18 Entonces no nos apartaremos de ti;
    reavívanos e invocaremos tu nombre.

19 ¡Restáuranos, Señor Dios de los Ejércitos!
    Haz resplandecer tu rostro sobre nosotros,
    y sálvanos.

Al director musical. Sígase la tonada de «La canción del lagar». Salmo de Asaf.

81 Canten con júbilo a Dios, nuestra fortaleza;
    ¡aclamen alegres al Dios de Jacob!
¡Entonen salmos!
    ¡Toquen ya el pandero,
    el arpa y la lira melodiosa!

¡Toquen la trompeta en la luna nueva
    y en la luna llena, día de nuestra fiesta!
Este es un estatuto para Israel,
    una ley del Dios de Jacob.
Cuando salió contra la tierra de Egipto,
    lo estableció como un mandato dado a José.

Escuché una voz desconocida decir:

«Te he quitado la carga de los hombros;
    tus manos se han librado del pesado cesto.
En tu angustia me llamaste y te libré;
    oculto en el trueno te respondí;
    en las aguas de Meribá te puse a prueba. Selah

»Escucha, pueblo mío, mis advertencias;
    ¡ay, Israel, si tan solo me escucharas!
No tendrás ningún dios extranjero,
    ni te postrarás ante ningún dios extraño.
10 Yo soy el Señor tu Dios,
    que te hice subir de la tierra de Egipto.
    Abre bien la boca, y te la llenaré.

11 »Pero mi pueblo no me escuchó;
    Israel no quiso hacerme caso.
12 Por eso los abandoné a la terquedad de su corazón,
    para que actuaran como mejor les pareciera.

13 »Si mi pueblo tan solo me escuchara,
    si Israel quisiera andar por mis caminos,
14 ¡cuán pronto sometería yo a sus enemigos,
    y volvería mi mano contra sus adversarios!
15 Los que aborrecen al Señor se rendirían ante él,
    pero serían eternamente castigados.
16 Y a ti te alimentaría con lo mejor del trigo;
    con miel de la roca te saciaría».

Salmo de Asaf.

82 Dios preside el consejo celestial;
    entre los dioses dicta sentencia:

«¿Hasta cuándo juzgarán injustamente
    y favorecerán a los malvados? Selah
Defiendan la causa del débil y del huérfano;
    háganles justicia al pobre y al oprimido.
Salven al débil y al necesitado;
    líbrenlos de la mano de los malvados.

»Ellos no saben nada, no entienden nada.
    Deambulan en la oscuridad;
    se estremecen todos los cimientos de la tierra.

»Yo les he dicho: “Ustedes son dioses;
    todos ustedes son hijos del Altísimo”.
Pero morirán como cualquier mortal;
    caerán como cualquier otro gobernante».

Levántate, oh Dios, y juzga a la tierra,
    pues tuyas son todas las naciones.

Footnotes

  1. 78:67 a los descendientes. Lit. la tienda.
  2. 78:69 santuario, … cielos. Lit. santuario como las alturas.
  3. 80:16 Tu vid … tu pueblo (lectura probable); Haz que perezcan, a tu reprensión, / los que la queman y destruyen (TM).